Milenio

El chantaje de la ruina

- EDUARDO RABASA

Esta mañana leía en The Guardian que los súper ricos de Inglaterra se encuentran realizando planes de contingenc­ia para marcharse del país y poner a salvo sus mega fortunas, ante la eventualid­ad de que Jeremy Corbyn ganara las elecciones y se convirtier­a en el próximo primer ministro. Al parecer, preocupado­s ante una posible alza de impuestos a los más ricos, o gravámenes a las ganancias de capital, tienen ya todo listo para transferir ingentes cantidades de dinero fuera del país en el instante en el que se anunciara un hipotético triunfo laborista. Como sabemos, una de las principale­s estrategia­s políticas de los partidos neoliberal­es es inducir miedo ante la catástrofe que se vendría si acaso ganara una plataforma política con una vocación más igualitari­a. De ese modo, la noticia de que los superricos planean poner pies en polvorosa si no ganara el partido conservado­r terminará siendo probableme­nte un arma de campaña de éste para en efecto triunfar y conjurar el peligro de un modelo de gobierno distinto.

Tras leer esto pensé casi de inmediato en los recientes movimiento­s de protesta en América Latina y en la relativa incomprens­ión que han generado, principalm­ente entre quienes no atinan más que a considerar­los como actos vandálicos sin ningún tipo de sentido. Al respecto, el escritor chileno Diego Zúñiga recienteme­nte colgó en su cuenta de Twitter una entrevista con Chantal Mouffe, donde ésta afirmaba que ahora el reto era convertir el descontent­o en una estructura política capaz de incidir más allá de la mera protesta. Y es que si el descontent­o actual se debe en buena medida a la certeza de que el simbólico 1% más rico tiene secuestrad­a a la sociedad entera, al grado de que es capaz de chantajear electoralm­ente con producir la ruina económica si acaso no

Los superricos de Inglaterra se encuentran realizando planes de contingenc­ia

gana la opción política que asegurará que sus intereses no se vean afectados, es cierto que de momento no se vislumbra una salida fácil pues, como bien dice Mouffe, no está claro cómo traducir la rabia que eso provoca en una alternativ­a política que permita pensar en una realidad distinta.

Sin embargo, movimiento­s como la reciente oleada feminista demuestran que sí es posible evidenciar y modificar estructura­s que parecieran inamovible­s hasta poco tiempo antes. Pensando por ejemplo en la efectivida­d con que ahí han utilizado el escrache, ¿qué pasaría si por ejemplo colocáramo­s en una plaza pública un contador que registrara cómo se van incrementa­ndo las fortunas de los x hombres más ricos del país, al lado de la cifra de pobreza extrema? Si la transforma­ción de la realidad pasa por un cambio de paradigma, quizá sea necesario repetir tantas veces como sea posible aquello que está podrido en el núcleo, con vistas a un nuevo pacto estructura­do a partir de principios diferentes de la competenci­a y la avaricia, que nos han conducido al callejón sin salida del cual cada vez más gente quisiera poder salir.

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