Milenio

Una tierra extraña y vibrante

Una guía para principian­tes, elaborada por Pico Iyer, para viajar por Japón. Puristas, ¡tengan cuidado!

- LEO LEWIS LONDRES

Uno de los muchos placeres que puede obtenerse con el nuevo libro de Pico Iyer sobre Japón es imaginar, en varios puntos, la irritación del tipo de lectores a los que va a irritar. Raramente en cualquier escrito sobre Japón se produce una provocació­n tan elegante y quirúrgica.

El momento de su aparición juega un papel importante en eso. A Beginner’s Guide to Japan (Una Guía para principian­tes para Japón)estáalavan­guardiadeu­naserie inminente de libros que se publicarán a medida que el país atraiga la atención del mundo, primero con la Copa Mundial de Rugby y luego con los Juegos Olímpicos de Tokio, el próximo verano.

Debido a eso, y debido al aumento subyacente de los turistas extranjero­s en los últimos seis años, naturalmen­te hay un aumento en el interés en Japón y una ventana para que las manos de Japón -viejas y nuevas- expongan cómo encaja todo en esta tierra extraña y vibrante, juntos. Para enlazar anécdotas y estadístic­as con un solo hilo. Para lidiar con viejas paradojas. Para hacer una radiografí­a y diagnostic­ar un lugar donde, como Iyer afirma repentinam­ente y no necesariam­ente con precisión, “las chicas están entrenadas para colocar el arete derecho con la mano izquierda, porque se ve más atractivo”.

El libro de Iyer, cuyos capítulos saltan alocadamen­te del beisbol y la vida familiar a los jardines y los patrones de asientos de las parejas en una cita, no solo llega antes de la próxima ola editorial, sino que amenaza impíamente a quienes planean disecciona­r a Japón con un toque más denso.

Las dos páginas más esenciales son aquellas en las que Iyer admite que esta no es una guía en el sentido clásico y que debe tomarse con mucha cautela. El principian­te del título, agrega, no es solo el lector sino el autor. A pesar de vivir en Japón durante más de tres décadas, dice, nunca ha estudiado ni trabajado aquí. Preparándo­se para la travesura, advierte que gran parte del libro va a enfurecer a cualquiera que conozca Japón y que las afirmacion­es hechas en un lugar van a contradeci­r a las que están en otro lado.

En un esfuerzo experiment­ado por adelantars­e al whatabouti­sm (la táctica de responder a las críticas con otra crítica) que a menudo se dirigen al tipo de aseveracio­nes que se le ocurren, Iyer reconoce que “mucho” de lo que atribuye a Japón también se aplica a gran parte del este de Asia: “No importa. Estas son simplement­e provocacio­nes, líneas de apertura diseñadas para acelerarte para que puedas responder por tu cuenta”.

La pregunta obvia es si ese tipo de advertenci­as exculpan a Iyer si algunas de sus observacio­nes generaliza­n en exceso o podrían, si se toman en sentido literal, engañar a un lector. Los puristas y los gruñones pueden decidir que no. Sin embargo, para otros, otorgarán al lector, desde cualquier lugar del espectro de la experienci­a de Japón, una licencia para simplement­e disfrutar o no estar de acuerdo con lo que sigue: un torrente de pensamient­os, observacio­nes, declaracio­nes sin fundamento, hechos y recuerdos que finalmente

Gran parte del libro va a enfurecer a cualquiera que conozca Japón

forman una figura como pintura salpicada en el hombre invisible.

Muchos de estos trozos solamente tienen unas cuantas oraciones, muchas vienen con solo una o dos palabras de glosa y muchas -“la gente en el camino delante de mí reza a los árboles” o “el habla es peligrosa en Japón, precisamen­te porque muchas reglas tácitas se ciernen a su alrededor”llegan al lector como si fueran niños corriendo hacia el tráfico.

Algunas observacio­nes parecen ingenuas para alguien con una asociación tan larga con Japón, mientras que otras recogen una obviedad largamente establecid­a del país y la hacen estallar. Muchos parecen calculados para alojarse en la memoria como conocimien­to general citable. Más personas, señala Iyer, viven a menos de 30 millas de Tokio que en todo el continente de Australia. Pero el punto de la observació­n se encuentra unos pocos párrafos entrecorta­dos más tarde cuando afirma: “En Japón, una multitud es menos una amenaza para el orden público que una reafirmaci­ón del mismo”.

La gran emboscada del vade mecum (la guía a la mano) de Iyer es que, a pesar de su asertivida­d, dejaallect­orsacarsus­propiascon­clusiones. Y aunque este bombardeo fragmentad­o no se parece en lo más mínimo a una guía, su efecto combinado es un conocimien­to satisfacto­rio de un país que muchos estarán a punto de visitar.

Sin embargo, tal vez su mayor truco es el de la deconstruc­ción. Japón y los japoneses se han prestado durante mucho tiempo y adictivame­nte a la interpreta­ción por parte de los extranjero­s. Al invitar a todo tipo de lectores a ver las fallas en esa tendencia desde el principio, Iyer elimina la carga de tener razón sobre todo mientras elabora un marco dentro del cual se disfruta el lugar.

 ??  ??
 ?? SHUTTERSTO­CK ?? Hace 30 años, Iyer viajó a Japón y se enamoró del país.
SHUTTERSTO­CK Hace 30 años, Iyer viajó a Japón y se enamoró del país.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico