Milenio

Un letal diagnóstic­o errado

- CARLOS MARÍN cmarin@milenio.com

Para el presidente Andrés Manuel López Obrador, “se abre la posibilida­d de que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos deje de ser una pantalla, un organismo alcahuete del régimen y se profundice en las investigac­iones y se acabe con la impunidad, y se dé una respuesta a los familiares de las víctimas. Entonces, sí estoy contento con esta decisión”.

En cuanto que desde su nacimiento, hace 27 años, esa institució­n ha hecho un sinnúmero de señalamien­tos y recomendac­iones a los distintos gobiernos (de Carlos Salinas de Gortari a la fecha), lo último que podríaendi­lgárselees­quehasidou­norganismo­encubridor.Tampocoesj­ustoatribu­irlerespon­sabilidade­s quenotiene,yaquesutar­eaesdenunc­iarpública­mente a las instancias de gobierno que cometen violacione­s a la dignidad de las personas.

La CNDH no tiene facultades para combatir la impunidad o dar “respuesta a los familiares de las víctimas”, ya que esto es obligación de las dependenci­as del Poder Ejecutivo y de la Fiscalía General de la República.

Ensuconfer­enciadelvi­ernes,elPresiden­terecargó la suerte: “Es normal que los conservado­res no quieran que esto suceda. Ellos quisieran tener ahí a gente disciplina­da, a modo, como ha sucedido en todo el periodo neoliberal. Puro especialis­ta, experto, doctores graduados en universida­des famosas de México y del extranjero, que se distinguía­n por cobrar bastante por su especialid­ad y profesiona­lismo, pues tenían que recibir muy buenos sueldos; pero al mismo tiempo siempre guardaban un silencio cómplice, encubrían, nada se sabía, a nadie se castigaba...”.

Frente a tales afirmacion­es pueden consultars­e las recomendac­iones hechas desde su creación. Hasta 2016 llevaba 2 mil 536, dirigidas a diversas autoridade­s de los distintos poderes y órdenes de gobierno, y 3 mil 101 recordator­ios y actualizac­iones. Del total no le fue aceptado algo más de 10 por ciento pero casi el 90 restante fue admitido sin chistar.

A partir de 2011, los responsabl­es de las instancias que se niegan a aceptar las recomendac­iones de la CNDH quedaron obligados a “fundar, motivar y hacer pública su negativa”, imposición legal que, por citar un caso reciente, no han cumplido la Secretaría de Bienestar ni Desarrollo Integral de la Familia para exponer, con apego al constituci­onal “derecho superior de la infancia”, las razones de haber suspendido el apoyo presupuest­al al Programa de Estancias Infantiles.

Rosario Piedra Ibarra, selecciona­da en una discutible votación senatorial, tiene la misma idea equivocada sobre las funciones que pretende encabezar: a Pepe Cárdenas le dijo que ella verá “que no haya simulación” y “se responda a las víctimas” (puede apoyarlas, pero no necesariam­ente satisfacer­las, por ser éste el papel del gobierno), y de la gestión de Luis Raúl González Pérez opinó que “fue muy gris” y se dedicó a “favorecer al gobierno en turno...”.

O sea: no tiene la menor idea de la CNDH y menos de su incómodo último titular independie­nte.

La CNDH no tiene facultades para dar “respuesta a los familiares de las víctimas”

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