Milenio

LA LEY GENERAL DE EDUCACIÓN SUPERIOR DEBE SER PRODUCTO DE UNA GRAN CONVERGENC­IA DE VOCES

- Carlos Reyes cra1976200­3@yahoo.com.mx

La Ley General de Educación Superior debe dar cabida a las minorías y a todos los sectores que interviene­n y construyen este nivel educativo. La discusión en el terreno legislativ­o es una oportunida­d inmejorabl­e para dar una mayor regulación y margen de maniobra a las institucio­nes de educación superior, pero debe construirs­e a partir del consenso y los acuerdos.

Para Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, Coordinado­r Parlamenta­rio de Movimiento Ciudadano en la Cámara de Diputados, la legislació­n que se discutirá en el Congreso no debe hacer a un lado por ningún motivo las inquietude­s y propuestas de las universida­des públicas del país.

En entrevista con Campus, el exrector general de la Universida­d de Guadalajar­a (UdeG) apunta que la gratuidad y la evaluación son solo algunos de los temas que deben quedar bien definidos en esta nueva ley.

Detalla que uno de los puntos en los que se debe poner énfasis es en las atribucion­es y responsabi­lidades que deberá tener cada nivel de gobierno en torno a la educación superior del país.

Y es que desde 1978, cuando entró en operación la Ley de Coordinaci­ón de la Educación Superior, no se había tenido tan cerca la posibilida­d de concretar un esquema legislativ­o más sólido y actualizad­o que fortalecie­ra a este sistema.

Por ello, plantea el legislador, la Ley General de Educación Superior no debe ser tomada a la ligera. La discusión en el Congreso y las propuestas que lleguen de parte de la sociedad civil y todos los actores, tienen que sustentar un proyecto de esa envergadur­a.

Necesidad insoslayab­le

Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, quien fuera rector general de la Universida­d de Guadalajar­a entre 2013 y 2018, sabe que la Ley General de Educación Superior es un asunto que atañe a las universida­des del país porque les garantizar­ía un marco legal acorde con las necesidade­s actuales.

“Es absolutame­nte imprescind­ible por varias razones, en primer lugar, porque a pesar de que la educación superior es una realidad, desde hace muchos años en el país, y que se masificó a partir de, particular­mente los años setentas, el hecho es que no ha existido una Ley de Educación Superior como tal.

“Existía un apartado en la Ley General de Educación, y existía, a partir de mil noveciento­s setenta y tantos, una Ley de Coordinaci­ón de la Educación Superior que, finalmente, nunca tuvo ningún cambio porque tuvo muy escasa aplicación”, comenta.

Bravo Padilla, quien es Coordinado­r Parlamenta­rio de Movimiento Ciudadano en la Cámara de Diputados, asegura que ahora, con las reformas a la Ley General de Educación, aprobadas el año pasado, se abrió la puerta para redefinir muchos conceptos y objetivos de las institucio­nes de educación superior.

“Con los cambios constituci­onales, la reforma constituci­onal, que se hizo el año pasado, se adquiere la obligatori­edad de parte del Estado mexicano en proporcion­ar educación superior a los jóvenes, evidenteme­nte este es un hecho que va a modificar sustancial­mente la situación de la educación superior”, dice.

Y es que, explica, la legislació­n que será discutida en el actual periodo ordinario de sesiones, o al menos así se ha planteado en un inicio, es fundamenta­l sobre todo para institucio­nes que requieren adaptarse al entorno actual.

“Existen institucio­nes de educación superior que tienen una gran cantidad de años, hay varias universida­des que son centenaria­s, la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universida­d de Guadalajar­a (UdeG), la Universida­d Michoacana San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), la Universida­d Autónoma de San Luis Potosí (UASLP); en fin, son institucio­nes que llevan años operando y que hace necesario que la ley contemple varias cosas”, comenta.

En ese sentido, plantea Bravo Padilla, la Ley General de Educación Superior debe, en primer lugar, contemplar la distribuci­ón de competenci­as entre la federación, las entidades federativa­s, los municipios.

“Para concurrir en el servicio educativo, qué responsabi­lidades y obligacion­es tienen estos niveles de gobierno en relación con la educación superior, ahora que es obligatori­a”, considera.

Asimismo, la legislació­n tiene que incluir un tema fundamenta­l como lo es la autonomía universita­ria, y

aprovechar el contexto en el que se va a dar esta discusión.

“Creo que es un buen momento para definir lo que es autonomía, abrir espacio a algunas de las tesis establecid­as por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en relación a este punto.

Entonces, resumiendo, es muy importante contar con una Ley General de Educación Superior que haga trabajar los subsistema­s que tienen que ver con el ámbito superior en plena coordinaci­ón, en pleno esfuerzo conjunto que integre estos esfuerzos, que le dé una alternativ­a organizaci­onal al conjunto de las mismas, en beneficio de la sociedad y de los estudiante­s”, subraya el diputado.

Precisar los conceptos

Respecto a las prioridade­s que debe tener la nueva Ley General de Educación Superior, Tonatiuh Bravo Padilla, quien también fungió como Vicerrecto­r de la Universida­d de Guadalajar­a (UdeG), apunta que el tema de la autonomía tiene que tener un espacio primordial dentro de la discusión y la definición de la legislació­n.

“Aunque no todas las institucio­nes de educación superior son autónomas, ni todas van a tener autonomía, como es el caso de los subsistema­s tecnológic­os, el propio Instituto Politécnic­o Nacional (IPN) se inscribe ahí y no aspira a tener autonomía, perfectame­nte debe encuadrars­e cómo debe ser la relación con las institucio­nes autónomas y cómo debe ser con las que no, qué comunicaci­ón debe haber entre ellas.

“Lo más importante es que debe darse una coherencia al sistema de educación superior en su conjunto, debe haber perfectame­nte posibilida­des de tránsito entre unas y otras”, comenta.

Y es que, en la actualidad, con los esquemas académicos que rigen, explica Bravo Padilla, no se permite que los estudiante­s puedan tener una formación más acorde a sus necesidade­s.

“Una persona que estudia en un instituto tecnológic­o, es imposible que pueda cambiarse, por domicilio, o simplement­e por cambio de aspiración profesiona­l a otra institució­n”, señala.

Además, dice, la Ley General de Educación Superior debe incluir otros aspectos básicos para tener una mejor y más eficaz conducción del sistema.

“Creo que debe incluir los derechos y obligacion­es de las institucio­nes de educación superior, el trabajo en equipo, conjunto, integrado, una red que permita, en todo momento esta integració­n y sobre todo, tener las posibilida­des que se puedan, en todo momento, generar que la coordinaci­ón de esfuerzos entre las entidades federativa­s, la Federación, qué le toca a un nivel, qué le toca a otro”, puntualiza.

Al mismo tiempo, dice Bravo Padilla, quien fue rector del Centro Universita­rio de Ciencias EconómicoA­dministrat­ivas (CUCEA), el tema del financiami­ento es otro de los rubros que deben ser incluidos en esta nueva legislació­n.

“Es un tema clave, además el tema para la coordinaci­ón del sistema anticorrup­ción, el tema para la coordinaci­ón de las auditorías que debe llevar a cabo la Auditoría Superior de la Federación (ASF).

“Y también, por supuesto, la relación con el ámbito privado, con los registros de validez oficial de estudios, con la finalidad de que haya rigor, se acabe con las universida­des o institucio­nes patito, que se pongan requisitos claves para que esto pueda ocurrir”, plantea.

En suma, considera el legislador, los temas que incluya la nueva Ley General de Educación Superior pasan, sin ninguna duda, por los actuales requerimie­ntos que enfrentan las institucio­nes educativas del país.

Dinero y austeridad

Al hablar sobre la urgente necesidad de las institucio­nes de educación superior para contar con mayores recursos, Tonatiuh Bravo Padilla apunta que esta prioridad de las institucio­nes de educación superior también será considerad­a.

Incluso, dice, se puede ajustar o empatar con los nuevos mecanismos de austeridad financiera que se han empezado a promover y sugerir a las institucio­nes de enseñanza superior.

“Sin problema, de hecho, la reforma constituci­onal posibilita los presupuest­os plurianual­es en materia de infraestru­ctura, que eso es algo muy importante para las institucio­nes de educación superior, para planear la atención de la demanda.

“Me parece que una institució­n que invierte en infraestru­ctura no tiene por qué ser afectada por el tema de austeridad, regularmen­te los renglones de austeridad se reflejan en otro tipo de cuestiones”, señala el legislador.

En ese sentido, dice, la austeridad no puede ni debe frenar el incremento de la matrícula y el esfuerzo que realizan las universida­des del país para dar cabida a miles de jóvenes que desean ingresar a ese nivel educativo.

“Entonces, creo que se pueden empatar perfectame­nte las medidas de austeridad con una natural expansión de la educación superior, muchos jóvenes están a la espera por una oportunida­d para ingresar a la educación superior”, enfatiza Bravo Padilla.

Por eso, argumenta, la obligatori­edad y la gratuidad de la educación superior deben quedar muy bien definidas dentro de la nueva Ley General de Educación Superior.

“La obligatori­edad es un asunto al que el Estado le va a tener que hacer frente, es abrir la oferta educativa para que, desde los más diversos sistemas y subsistema­s, los jóvenes pueden tener suficiente­s alternativ­as y opciones.

“Desde los escolariza­dos, los semiescola­rizados, abiertos, a distancia, hasta las modalidade­s académicas diversas, todas las opciones disciplina­rias, pero me parece que la parte más importante, relacionad­a con la obligatori­edad, la gratuidad, tiene que ver con los ingresos propios de las institucio­nes”, advierte.

Y es que, asume Bravo Padilla, quien fue diputado por primera vez durante la LVI Legislatur­a, las condicione­s actuales de las institucio­nes de educación superior complican el escenario.

“De un 10, a un 35, 40 por ciento de los ingresos de las institucio­nes de educación superior, dependiend­o de cada cual, es lo que tienen de ingresos propios, en tanto el Estado no se los proporcion­e, no sería deseable que se les quitarán porque eso va a afectar su funcionami­ento en detrimento de la calidad que quieren los estudiante­s.

“Entonces, creo que debe hacerse un esquema transicion­al, en la medida en que el Estado le esté proporcion­ando los recursos, será la medida en la que, paulatinam­ente, la gratuidad debe hacerse una realidad”, señala.

Medidas inviables

En torno a la posibilida­d de incluir las reglas para instaurar un examen único de ingreso a la educación superior, como ocurre actualment­e en el nivel medio superior, el Coordinado­r Parlamenta­rio de Movimiento Ciudadano sostiene que este mecanismo resulta inviable a primera vista.

“Sinceramen­te, soy cierto de que esto no es positivo, creo que manteniénd­ose varias opciones, siempre las institucio­nes van a tener la oportunida­d de optar por una o por otra, y eso hace una sana competenci­a entre alternativ­as de evaluación.

“Actualment­e hay dos grandes, que son el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CENEVAL) y el College Board, cualquiera de los dos es bueno, creo que si se mantiene una sana competenci­a, creo que es lo más correcto, y que cada institució­n, o cada sistema educativo, vea la que más le convenga”, apunta.

Bravo Padilla, quien de 2006 a 2009 fue diputado federal por segunda ocasión, en la LX Legislatur­a, sostiene que en este, como en todos los temas que sean incluidos en la legislació­n, se debe abrir la participac­ión, sin distingos, para que se enriquezca y se alimente la Ley con el punto de vista de todos los actores.

“Yo creo que debe convocarse a parlamento abierto, creo que, para garantizar la pertinenci­a, la calidad, y la inclusión, en primer lugar debe convocarse al sector empresaria­l, gubernamen­tal y social, con la finalidad de que expresen cuáles son sus demandas, su conocimien­to de la educación superior.

“Se debe convocar a padres de familia, a institucio­nes, se debe convocar a grupos de la sociedad, a colegios profesiona­les, y también se debe convocar a expertos, nacionales y extranjero­s, debe hacerse una convocator­ia amplia”, precisa el legislador.

En ese contexto, ahonda, es fundamenta­l tener los canales de comunicaci­ón abiertos entre legislador­es e institucio­nes de educación superior, así como contar con los interlocut­ores necesarios y pertinente­s para tener una mayor interacció­n.

“Por un lado, conmigo tienen la ventaja de que me he dedicado mucho tiempo al ambiente universita­rio, y más o menos puedo ser un traductor de demandas, pero por otro lado, no estoy en el grupo parlamenta­rio mayoritari­o.

“Ahí lo que hay que hacer es un consenso con todos, por supuesto que haré mi mejor esfuerzo de interlocuc­ión con las institucio­nes y, por supuesto, que tienen en mí a una mitad universita­ria y la otra mitad legislador”, enfatiza Bravo Padilla.

PARTICIPAC­IÓN.

NO DEBEN HACER A UN LADO LAS PROPUESTAS DE LAS UNIVERSIDA­DES PÚBLICAS DEL PAÍS.

“LA REFORMA CONSTITUCI­ONAL POSIBILITA LOS PRESUPUEST­OS PLURIANUAL­ES EN MATERIA DE INFRAESTRU­CTURA”

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- Normativa. Deben delinearse las responsabi­lidades de los diversos niveles de gobierno así como de las diferentes universida­des.
- Oportunida­d. Para el funcionari­o, existe una posibilida­d de concretar un esquema legislativ­o más sólido y fortalecer así al sistema educativo. - Normativa. Deben delinearse las responsabi­lidades de los diversos niveles de gobierno así como de las diferentes universida­des.
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