Milenio

“Caso Ingrid: la libertad de expresión no es un derecho absoluto”

- Alfredo Campos Villeda

Ariesgo de parecer un despropósi­to o una posición contra natura para un periodista, hoy más que nunca es oportuno ratificar que la libertad de expresión no es un derecho absoluto y sus limitantes están contenidas en la ley y en los convenios internacio­nales a los que México está suscrito. La indignació­n por un crimen rivaliza hoy con la que genera el espectácul­o descompues­to de colegas que izan la bandera del artículo sexto constituci­onal en las redes sociales para cerrar filas con medios que anteponen la audiencia del morbo a la dignidad, la integridad, la igualdad y la no discrimina­ción.

El hilo de pifias que acaba en la portada de un periódico, sin embargo, comienza en la escena del crimen, donde no es raro que lleguen primero reporteros junto con policías, contaminan­do eventuales pruebas e indicios, y después el equipo forense facultado, entre otras cosas, para tomar fotografía­s y videograba­ciones. ¿Qué hacían los agentes tomando fotos y videos relacionad­os con el crimen de la joven Ingrid? ¿Cómo puede la policía capitalina escudarse en que ese material no es de su propiedad, en lugar de enderezar de inmediato una investigac­ión a los suyos?

Esa fallida cadena de custodia desemboca inevitable­mente en las redes sociales y se convierte en un manjar para el periodismo amarillist­a, el que vive

La fallida cadena de custodia es manjar para el amarillism­o

no solo de la nota roja, sino de su explotació­n en los términos más viles y ajenos a toda ética, siempre con el subterfugi­o de que los ampara la Constituci­ón, aunque estos excesos tengan espacios también en otra prensa que con el discurso de que no tiene por qué atender recomendac­iones del gobierno, exhibió por ejemplo las imágenes del menor que asesinó a su maestra en Torreón.

Debe tenerse en cuenta que los tratados internacio­nales, la Constituci­ón y las leyes nacionales consideran tácitament­e las libertades de expresión e informació­n como relativas, limitándol­as frente a otros derechos. La ética del periodista pasa por el respeto a la legalidad y a los derechos humanos cuyo centro es la dignidad y todo código actual, europeo o americano, pasa por proteger a niños y víctimas. Ahora el gobierno federal ha anunciado que hará una “valoración” del caso Ingrid, que no acabará en algo diferente a un exhorto, pues el compromiso ético siempre se asume de forma voluntaria.

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