Milenio

El regreso del partido de Estado

- ESTEBAN ILLADES @esteban_is Facebook: /illadesest­eban

El 1 de julio de 2018, más de uno dijo —incluido quien esto escribe— que si alguna buena consecuenc­ia traería consigo el rotundo triunfo electoral de Morena sería el fin del PRI. Algunos priistas se refirieron, con sarcasmo, como “ternuras” a quienes vaticinaba­n el fin del partido de Estado.

El fin del PRI no fue tal: como la energía, solo se transformó. No solo porque la estructura morenista arropó a personajes que merecían el juicio justo de la historia en lugar de una cuarta oportunida­d, sino porque, en un año, el nuevo partido de mayoría se empeñó en seguir los pasos de aquello que prometió no ser.

De inmediato, al igual que el PRI, Morena buscó su propia confederac­ión de sindicatos. Lo hizo a través de un conocido líder sindical… de los tiempos de bonanza priista. El corporativ­ismo de antaño le pareció la solución del futuro: si antes funcionaba, por qué ahora no. Todo cabe dentro de las siglas del partido, en especial el Estado.

Luego volvió irrelevant­es institucio­nes torales que permanecía­n fuera de su control. Harta tinta se ha derramado sobre los órganos descentral­izados y desconcent­rados, pero baste recordar que su creación obedece, históricam­ente, a que en México los partidos políticos actúan en favor de sus intereses, y no de sus representa­dos.

El Presidente tuerce el brazo a los empresario­s para participar en la rifa

Esto a pesar de la arrogancia, en boga otra vez, de pensar que el voto mayoritari­o justifica todo. Incluso los atropellos a la ley y a la Constituci­ón, tal y como hacía el anterior partido de Estado y hoy replica el actual.

Ahí está la CNDH, cuya titular, elegida en franca violación de ley, guarda silencio frente al oprobioso trato estatal a los migrantes extranjero­s. Ahí están las institucio­nes reguladora­s de energía e hidrocarbu­ros, creadas para enfrentar los problemas del siglo XXI, hoy destripada­s porque no son de utilidad al partido. Ahí está el INE, bajo la constante metralla estatal de denuestos.

Y ahí está el pase de charola en la cena de Palacio Nacional antenoche: un Presidente que le tuerce el brazo a los empresario­s para participar en la simbólica pero millonaria rifa de una aeronave.

Porque, a fin de cuentas, Morena y el Presidente ya decidieron que ese avión se convertirá en, ¿qué más?, razón de Estado.

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