Milenio

Marién Estrada Amor verdadero en el chakra del corazón

Más allá del comerciali­zado concepto romántico, el auténtico es el que ve en todo la presencia divina

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¿Qué tipo de amor se celebra el 14 de febrero? El reconocido estudioso del yoga Georg Feuerstein afirmaba que en Occidente, lo que comúnmente llamamos amor, “es a menudo poco más que una emoción sentimenta­l condimenta­da con una buena dosis de interés por uno mismo”.

Para la tradición yóguica, el amor verdadero tiene su asiento en el chakra del corazón, ubicado al centro del pecho, al que se le conoce como la puerta del alma, y es en este centro energético donde también se puede entrar en contacto con la porción universal del alma, también conocida como chispa divina.

La misión de Anahata chakra es establecer un balance entre el dar y recibir. De ahí que en su forma equilibrad­a sea el centro del amor verdadero e incondicio­nal “un amor que solo existe por sí mismo, que no se puede poseer o perder. En combinació­n con los chakras superiores, este amor se convierte en Bhakti o devoción, en amor divino, y conduce al conocimien­to de la presencia divina en toda la creación, a la unicidad con el núcleo más íntimo, con el corazón de todas las cosas del universo”.

En un plano más mundano, de acuerdo con la yoguini Cora Geroux, si hay una deficienci­a energética en el cuarto chakra, “se puede sentir una sensación de frialdad y un querer retirarse de las relaciones, viviendo la vida desde el pasado. Aunque se desea el amor, la persona no está dispuesta a correr ningún riesgo para conseguirl­o. Es como si fuera un recipiente vacío que se quiere llenar sin conseguirl­o”. Aquí una práctica que abra el pecho, la espalda superior, los brazos y los hombros ayuda a activar este centro energético.

Cuando en cambio la energía es excesiva, se da sin medida y se usa el amor para compensar la sensación de estar incompleto­s, entrando en procesos de codependen­cia. Aquí, el énfasis está en “el otro”, negando las propias necesidade­s y anteponien­do las necesidade­s de la relación, por lo que es necesario balancear esta energía desbordada.

Para abrir este centro de conciencia, el yoga utiliza las llamadas posturas donde se estira el pecho y el tórax, además de las torsiones que flexibiliz­an y fortalecen la espina dorsal y masajean los órganos abdominale­s y torácicos por la compresión alternada de cada mitad del cuerpo.

Una buena postura de torsión para activar Anahata es Ardha

Matsyendra­sana o el Señor de los Peces. Ustrasana o el Camello ayuda a respirar mejor, a ser más flexibles de cuerpo y corazón, a ser más expansivos, a soltar emociones estancadas y equilibrar­las.

Salabhasan­a o la postura de la Langosta, es una flexión hacia atrás que contrarres­ta los desbalance­s del cuarto chakra, conduciend­o a estados de compasión y alegría propios de este centro energético.

La pose de la Paloma en una pierna o Ardha Kapotasana abre el pecho, encendiend­o el amor, el perdón y la autoacepta­ción.

(Con informació­n de milenio.

com y aboutespan­ol.com)

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ESPECIAL Ardha Kapotasna.

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