“Ingrid, Fátima... indignación y desgracia”
No recuerdo convulsión mayor en los últimos años en la plaza pública: primero el salvaje crimen de Ingrid a manos de su pareja; luego, el monstruoso asesinato de Fátima, una niña de 7 años, secuestrada, asesinada y arrojada a la basura. Estas dos noticias nos ponen de nuevo frente a un hecho tan indignante como trágico. Los feminicidios en México.
Una nota de la redacción de Animal Político con fecha 25 de noviembre de 2019 informa que “de enero a septiembre de 2019, 2 mil 833 mujeres han sido asesinadas en México, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública"
Igualmente, la nota cita datos del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), según los cuales solo 726 (25.6%) son investigados como feminicidios, mientras que los otros 2 mil 107 asesinatos, como homicidios dolosos. Los estados con mayor número de feminicidios hasta esa fecha fueron: Veracruz (140 casos), Estado de México (81 casos), Nuevo León (53 casos), Puebla (45 casos) y Ciudad de México (40 casos).
La nota vuelve a citar al OCNF, que a través de solicitudes de información sobre 11 estados (Coahuila, Edomex, CdMx, Durango, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Morelos, Puebla, Quintana Roo y San Luis Potosí) en los que, de enero a junio, se tuvo registro de 879 asesinatos de mujeres, de los cuales solo 248 se estaban investigando como feminicidio.
Se trata de ineptitud federal e irresponsabilidad estatal
En estos 879 casos, el OCNF detectó que un gran número de las víctimas “fueron objeto de actos crueles y degradantes para ser asesinadas”.
“Las autoridades informaron que la mayoría de las mujeres fueron asesinadas y arrojadas en espacios y lugares públicos”.
Los motivos registrados para el asesinato son celos y violencia familiar de personas cercanas a su círculo familiar, parejas sentimentales, novios, concubinos y esposos.
Algo está mal entre nosotros y una rara tristeza me descompone el día. Lo primero: la actitud del Presidente de la República, incapaz de solidarizarse con las víctimas, inhábil para transmitir unas palabras de consuelo a los familiares de estas tragedias. Lo segundo: la inexistencias de programas para proteger a las mujeres. No hay dinero: la aspiradora de los programas prioritarios jaló todo. Se trata de una ineptitud federal y de una irresponsabilidad estatal. Una desgracia.