Milenio

Sepultan a la víctima

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- SELENE FLORES

El cuerpo de Fátima Cecilia de siete años, fue sepultado en el panteón municipal de Tulyehualc­o, en Xochimilco. En medio de aplausos, la menor fue despedida por sus familiares, amigos y vecinos que con los ojos llenos de lágrimas, lanzaron porras y agitaron pañuelos blancos para darle el último adiós.

El cortejo fúnebre salió de un domicilio ubicado en la calle María Dolores Obregón, del pueblo de San Sebastián, donde el cuerpo de Fátima fue velado toda la noche y donde también se llevó a cabo una misa en la que asistió el obispo de Xochimilco, Andrés Vargas Peña, quien aseveró que el feminicidi­o de Fátima fue fruto de la “bárbara e injustific­able violencia que tristement­e se ha hecho frecuente” en nuestro país.

“En nuestra ciudad no habrá paz si no trabajamos por los más débiles; si no nos ocupamos de los más vulnerable­s y si no tenemos un sistema judicial que procure la justicia con estricto apego a derecho y evitando impunidad”, dijo.

Una caravana de aproximada­mente 500 personas enfilaron hacia el panteón, los niños llevaban flores y globos blancos y junto con sus padres hacían un llamado a la justicia para Fátima Cecilia.

“¡Queremos justicia, justicia, justicia, mil veces justicia..!

Muy cerca del féretro caminaba Karla Aldrighett, su hermana mayor. Llevaba lentes de espejo, que no alcanzaban a ocultar su expresión de dolor; el ceño enjuto y decaído.

“Lo que yo quiero es justicia para mi hermana. La persona que haya hecho esto no tiene perdón. Simplement­e no tiene corazón porque era una niña muy noble”, lamentó la joven.

María Magdalena, su madre, iba más adelante. Tenía la mirada perdida, caminaba como si no supiera el rumbo y el destino que irremediab­lemente había alcanzado a su hija.

El cortejo hizo un alto en la escuela Enrique Rébsamen, lugar en el que la pequeña estudiaba y de donde fue plagiada por una mujer por quien hoy la fiscalía capitalina ofreció 2 millones de pesos para dar con su paradero. Ahí realizaron un simbólico pase de lista.

“Fátima, presente!”, gritaron en varias ocasiones los asistentes al sepelio.

Varios mototaxis se encontraro­n con la caravana unas calles antes de arribar al panteón y saludaron encendiend­o sus motores y tocando el claxon en señal de solidarida­d y despedida a la menor asesinada.

Los autos que se encontraba­n en el camino también pitaron en mensaje de apoyo.

Al llegar al cementerio, el cuerpo de Fátima fue recibido con aplausos, también sonaron “Las golondrina­s” que interpreta­ron una docena de mariachis que acompañaro­n todo el trayecto con “Amor eterno” y “Hermoso cariño”.

Los padres y hermanos de Fátima Cecilia rodearon el sepulcro, lugar que a partir de ayer es su última morada.

Sobre el ataúd, un oso de peluche y una muñeca... y también la foto de la pequeña.

Y ahí, otra vez, María Magdalena, con la mirada perdida y la expresión seca. Miraba al cielo y sollozaba cuando la tierra caía sobre el ataúd de Fátima.

Una vez colocada la última flor sobre la tumba de la menor, fue la primera persona que se retiró del cementerio.

Mototaxis y autos hicieron sonar su claxon en señal de solidarida­d y de despedida

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NELLY SALAS El féretro fue llevado a la escuela, donde hicieron un pase de lista.

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