El perro que me hizo llorar
Si internet sabe bien que no hay mejor forma de conseguir clics que con ciertos temas: llámese “perritos y gatitos” como género, el cine lo ha sabido mucho mejor desde hace años y años. Y por eso una cinta con un perro protagonista es como carnaza para cierto tipo de público que suele correr a ver estas cintas, que varían de magníficas a absurdas. Sin embargo, el origen de El llamado salvaje, protagonizada por el perro Buck, ah… y un tal Harrison Ford, viene de otra tradición que Marley y yo o La razón de estar contigo: la literatura. Una que suele ser tan cruel y dura como la naturaleza misma y que en el cine sin duda se tiene que ajustar para los niños y para las señoras que lloramos hasta en Scooby Doo. Pero no importa, este fin de semana se estrena esta aventura que en lo personal me volvió incapaz, y lo admito con todas sus letras, de hacer una crítica fría o contundente a los evidentes errores que tiene el guion y quizás las decisiones de efectos especiales. Y eso es porque no hay un perro que no me conmueva, siempre y cuando parezca perro.
No, no me pasa lo mismo con los gatos, aunque sin duda hubiese roto mi incapacidad de crítica en Cats de haber sido el caso. Pero en El llamado salvaje, en lo personal pude suspender mi incredulidad ante las, sí, un poco exageradas expresiones de Buck, una mezcla de san bernardo con otro perro de montaña, porque aún me remitían a la forma en la que expresan y se dan a entender esos fantásticos animales que tienen la desgracia en muchos casos de compartir este mundo con nosotros.
La historia de Buck es esa, la fiebre del oro, el rojo y venta de perros para trineos y labores forzadas. La dura comprensión, a la mala y muy de vez en cuando a la buena, que el ser domesticado y olvidar su instinto es la tragedia canina más grande en esos u otros tiempos.
HarrisonFordestáahíparadarleuntantodehumanidadyhastavulnerabilidadalhumano.Elvínculoque seformaenlopersonalmepareciómuynatural,¿pero quélesvaadeciralguienqueprefieretenerunaplática con su perra que con la mayoría de las personas?
Yo no veo películas de perros porque siempre lloro. Lloraba con Lassie, por Dios, y un día por error me dejaron ver Old Yeller (Fiel amigo de 1957) y ese final, que me daba incluso recordar) fue infinitamente peor que la muerte de la mamá de Bambi, Mufasa y el encarcelamiento de la mamá de Dumbo juntos. Pero esa soy yo. Harrison Ford me dijo que prefiere no conocer personas que no amen a los perros y solo por eso valió la pena sufrir con él y Buck las aventuras que tendrán su lado cursi, exagerado y no tan leal (por suerte) al libro, pero que no me soltó por un momento. Esta semana mi hermana adoptó un perro que rescató de la calle y estoy en la batalla porque le ponga Buck. No sé si los convencí de correr a verla o de salir corriendo, pero sí admito que, a diferencia de lo que otros opinaron, sí tocó profundamente mi corazón esta cinta.
Harrison Ford está ahí para darle un tanto de humanidad y hasta vulnerabilidad al humano