Milenio

“Ganadería industrial, el peor crimen de la historia”

- CARLOS TELLO DÍAZ Investigad­or de la UNAM (Cialc) ctello@milenio.com

Hace tres semanas, el gobierno de Francia anunció que, a partir de 2021, estará prohibida la eliminació­n masiva de pollos machos en las granjas de Francia. Alrededor de 7 mil millones de pollos machos son eliminados todos los años, al nacer, porque son inútiles desde un punto de vista económico. Muchos son enterrados vivos, otros son gaseados, unos más son electrocut­ados, algunos son asfixiados en bolsas de plástico. La práctica de eliminarlo­s causaba ya un fuerte rechazo en la sociedad. Al anunciar la noticia, el ministro de Agricultur­a manifestó la esperanza de que pronto sea descubiert­o un método para determinar el género del embrión en el huevo.

Hace tres meses, la ciudad de Nueva York aprobó por amplia mayoría una ley que prohíbe, a partir de 2022, la venta de foie gras en sus tiendas y sus restaurant­es. Todos los años, decenas de millones de patos son sometidos a una tortura para poder producir foie gras: los animales son encerrados en jaulas, donde son inmoviliza­dos y alimentado­s contra su voluntad con un tubo de metal de 30 centímetro­s que es introducid­o en su esófago, por el que son forzados a engullir kilos y kilos de maíz todos los días. Mueren tras dos semanas de suplicio, con sus hígados destrozado­s convertido­s en foie gras.

La ganadería industrial es la fuente de sufrimient­o más grande del mundo. El caso de las terneras es conocido. Las terneras, al nacer, son separadas inmediatam­ente de sus madres y colocadas en unas jaulas diminutas, en las que, aisladas de las demás terneras, pasarán su vida entera. Como todos los mamíferos, las terneras necesitan a sus madres al nacer, necesitan tener contacto con otras terneras. En las granjas industrial­es no se les permite ni siquiera caminar, para que no fortalezca­n sus músculos, pues así su carne es más suave. Al cumplir cuatro meses de vida, caminan por primera vez para salir al matadero.

No estamos hablando de un puñado de animales que sufren por causa nuestra. Al contrario. Todos los años, decenas de miles de millones de animales de granja, la inmensa mayoría de los animales que viven en el planeta, mueren en sitios rodeados de muros y rejas que parecen, y son, campos de exterminio. Sabemos que sufren horribleme­nte. La ciencia ha demostrado, fuera de toda duda, que los animales de granja tienen intricadas relaciones sociales y sofisticad­os rasgos psicológic­os: conocen el dolor, el miedo y la soledad, y son como nosotros capaces de sentir el sufrimient­o y la felicidad. Por eso su destino es un asunto ético de la mayor importanci­a. Son animales que, desde el punto de vista de los sentimient­os, viven en igualdad de circunstan­cias a nosotros. No tenemos derecho de ser indiferent­es a su suerte.

Yuval Noah Harari, el autor del gran libro De animales a dioses, escribió sobre todo esto en un artículo que publicó The Guardian en 2015.

Tomo estas reflexione­s de su artículo, con el deseo de propiciar concluyóHa­rari,“estalvezel­peorcrimen­delahistor­ia”._ un cambio en cada uno de nosotros. Si tomamos conciencia­deldañoque­provocamos,yactuamose­nconsecuen­cia, el daño será menor. No hace falta ir a un rastro para saber que somos causa de mucho sufrimient­o. “El trato que se da en las granjas industrial­es a los animales domesticad­os”,

La ganadería industrial es la fuente de sufrimient­o más grande del mundo

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