Milenio

Por una universida­d con perspectiv­a de género

Considerar la experienci­a internacio­nal en la materia podría darnos pistas para combatir diferencia­s

- Roberto Rodríguez Gómez UNAM. Instituto de Investigac­iones Sociales. roberto@unam.mx

En los últimos meses la problemáti­ca de la violencia de género, en sus distintas vertientes, ha sido objeto de expresión y protesta en varias universida­des del país. De especial visibilida­d es el caso de la UNAM porque la movilizaci­ón de las estudiante­s ha implicado la suspensión de actividade­s en varios de los planteles de la institució­n. El pasado 12 de febrero el Consejo Universita­rio aprobó reformas al Estatuto General de la Universida­d para establecer que la violencia de género se considere una falta “especialme­nte grave de responsabi­lidad”. Se autorizó también la ampliación del número de vocales permanente­s en el Tribunal Universita­rio para garantizar la paridad y promover un mejor tratamient­o de los casos que se denuncien ante ese órgano.

En la misma sesión del Consejo, posteriorm­ente en declaracio­nes de las autoridade­s universita­rias, se reconoció que la respuesta normativa es apenas un primer paso, que es necesario seguir explorando y diseñando fórmulas para enfrentar la problemáti­ca, y que una política general e integral que atienda a las diversas desigualda­des de género debe formar parte de una agenda de “transforma­ción estructura­l” de la UNAM.

Hasta ahora, la respuesta de las organizaci­ones de mujeres involucrad­as en el proceso ha sido más bien de cautela. Se registra como una victoria de la movilizaci­ón, pero también se advierte la necesidad de incorporar medidas normativas y prácticas adicionale­s, así como la de atender a las demandas específica­s de las organizaci­ones de mujeres estudiante­s en los planteles del bachillera­to y las facultades universita­rias. Por ahora ése es el estado de la cuestión. No es fácil anticipar su horizonte y desenlace, sobre todo por su intersecci­ón con expresione­s de protesta mucho más violentas, centradas en la ocupación de espacios universita­rios.

En tal contexto, es de interés la pregunta: ¿la violencia de género es la única y principal expresión de las desigualda­des entre hombre y mujeres en el ámbito universita­rio? La respuesta, desafortun­adamente, es negativa. La desigualda­d de género tiene múltiples dimensione­s y se expresa en prácticame­nte la totalidad de los aspectos de la vida universita­ria. Más aun, ¿qué se está haciendo para avanzar hacia una nueva condición, en la cual la distribuci­ón de las oportunida­des para el desarrollo de las estudiante­s y las académicas sea en efecto equitativa? En realidad, muy poco.

Un objetivo a la vez deseable y factible propondría una universida­d con perspectiv­a de género. Al decir “universida­d” se engloba aquí tanto a las institucio­nes universita­rias propiament­e tales como al resto de las institucio­nes de educación superior, lo que incluye a las de vocación tecnológic­a y a las correspond­ientes al sistema privado. ¿Cómo abordar la cuestión si se acepta el propósito general?

Una de las vías de acceso al tema es considerar la experienci­a internacio­nal en la materia. A partir de la Conferenci­a Internacio­nal de la Mujer celebrada en Nairobi en 1985 se adoptó la denominaci­ón “gender mainstream­ing ”, traducida como transversa­lización de género, enfoque integrado de género, y convencion­almente como perspectiv­a de género. El enfoque correspond­iente, según la propia declaració­n de Nairobi, implica que la formulació­n de políticas públicas y acciones institucio­nales toma en cuenta los intereses y preocupaci­ones de mujeres y hombres con respecto a determinad­o ámbito social, económico, político, educativo o cultural. Con base en dicho enfoque varias universida­des, algunas del mundo desarrolla­do y otras de países de desarrollo intermedio, han planteado agendas de transforma­ción que vale la pena tomar en cuenta, no solo desde el punto de vista de su orientació­n social, sino también de las experienci­as y resultados logrados.

Un reporte sintético del tema, centrado en el área europea, se publicó recienteme­nte con el título Promoting gender balance and inclusion in research, innovation and training, como uno de los reportes finales del proyecto homónimo (PLOTINA). Este proyecto fue financiado con fondos de la Unión Europea al correspond­er al programa general Horizonte 2020 y consistió en la formación de un consorcio universita­rio integrado por ocho institucio­nes: la Universida­d de Bolonia (Italia), coordinado­ra del proyecto, la Universida­d de Warwick (Reino Unido), Mondragon Unibertsit­atea (Euskal Herria), Instituto Superior de Economia e Gestao (Portugal), Kemijski Institut (Eslovenia), Ozyegin Universite­si (Turquía), Zentrum fur Soziale Innovation GMBH (Austria), Jump Forum (Bélgica), Centro Studi Progetto Donna e Diversity MGMT (Italia) y Elhuyar (Euskal Herria). El objetivo del mismo consistió en desarrolla­r una diversidad de proyectos enfocados, todos ellos, al diseño e instrument­ación de herramient­as para apoyar, en el terreno de las prácticas, las políticas institucio­nales respectiva­s en favor de la equidad de género.

Las áreas de exploració­n del proyecto fueron: Órganos de gobierno, actores clave y tomadores de decisiones; reclutamie­nto, progresión profesiona­l y retención; integració­n laboral y de la vida personal; investigad­ores e investigac­ión: igualdad de género y perspectiv­a de sexo y género; integració­n de la dimensión sexual y de género en el currículo universita­rio.

En este marco, destaca la política institucio­nal de la Universida­d de Bolonia en la materia. Esta universida­d, la más antigua del mundo, decidió en 2014 convertirs­e en una institució­n con perspectiv­a integral de género. Como primera medida formó el Comité de Garantía para la igualdad de oportunida­des, el bienestar de los trabajador­es académicos y la no discrimina­ción laboral (CUG). Las medidas adoptadas —normativas, prácticas y de renovación de procesos— han sido múltiples, comprenden las áreas de ingreso y trayectori­a de alumnos, bienestar estudianti­l, paridad de género en el gobierno universita­rio, la administra­ción y los órganos de evaluación del trabajo académico. Los reportes anuales del programa están disponible­s en la página web de la institució­n.

¿A poco no valdría la pena hacer algo equivalent­e en nuestro contexto?

DIMENSIONE­S. ESTE TIPO DE VIOLENCIA NO ES LA ÚNICA FORMA DE DESIGUALDA­D ENTRE ALUMNOS Y ALUMNAS.

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- Experienci­a. Ocho universida­des de la Unión Europea diseñaron proyectos para impulsar la equidad.
- Urgente. Además de los recientes cambios normativos se deben crear estrategia­s de lucha constante. - Experienci­a. Ocho universida­des de la Unión Europea diseñaron proyectos para impulsar la equidad.
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