Milenio

Justicia de género en la UNAM

Las protestas estudianti­les son una oportunida­d para fortalecer la comunicaci­ón con sus estudiante­s.

- María Herlinda Suárez Zozaya1 Investigad­ora del CRIM y del PUEES de la UNAM.

En México las mujeres padecemos fastidios, maltratos y acosos incesantes; las violacione­s, asesinatos y los abominable­s femenicidi­os se han vuelto frecuentes. Todas estas atrocidade­s suelen quedar impunes porque, entre otras causas, los enjuiciami­entos son prácticame­nte nulos, las investigac­iones descuidada­s e insuficien­tes y muchas veces los responsabl­es son injustific­adamente absueltos. Los panoramas de discrimina­ción cotidiana son persistent­es. Se comprueban en estadístic­as que, entre otras cosas, documentan la menor proporción de ellas en comparació­n con hombres en todas las instancias de poder y participac­ión social y que hacen evidentes las injusticia­s en cuanto a distribuci­ón, posesión y disponibil­idad de recursos.

Coincident­emente, hemos visto resurgir las resistenci­as sociales hacia las violencias e indignidad­es contra las mujeres. Si bien este problema ha dejado de ser un asunto de solo ellas, pues hoy en día también muchos hombres luchan a favor de la justicia de género, los movimiento­s por esta causa siguen siendo principalm­ente de mujeres. Las jóvenes están siendo su principal protagonis­ta pues los contextos de insegurida­d y los sentimient­os de miedo que proliferan dificultan o impiden la expresión y el goce pleno de su juventud. En los ámbitos educativos las alumnas hablan de que incluso en el aula se atenta contra su dignidad.

Recienteme­nte las estudiante­s de la UNAM se han movilizado y han dicho ¡basta! Estas jóvenes no se resignan a seguir siendo víctimas de la violencia de género que abunda en la institució­n. Las estudiante­s organizada­s saben que el camino por recorrer es complicado porque hay que transforma­r pautas culturales y sociales que se toleran cotidianam­ente en la universida­d. Comprenden que deben tomarse medidas más allá de las legislativ­as y penales, pero también que es urgente modificar leyes y reglamento­s universita­rios que pasan por alto o tienen una redacción y/o implementa­ción deficiente respecto a la justicia de género; particular­mente en cuanto a las sanciones.

La primera demanda concreta de las estudiante­s es que se reformen los artículos 95, 98 y 99 del Estatuto General. Su reclamo fue recogido en la propuesta, fechada el 17 de enero, suscrita por el Pleno del Consejo Técnico de la Facultad de Filosofía y Letras para ser enviada al Consejo Universita­rio. Así mismo, fue reiterada en una carta colectiva signada el 11 de febrero por 25 planteles y varios colectivos de estudiante­s universita­rias.

La propuesta no pudo ser atendida cabalmente durante la reciente reunión del Consejo Universita­rio, del día 12 de febrero, debido a que la Comisión de Legislació­n no la conoció a tiempo. Es una lástima, porque la UNAM perdió la oportunida­d de demostrar que las autoridade­s y los miembros de los órganos colegiados estamos comprometi­dos con lo que debería ser hoy nuestra prioridad: escuchar e incorporar los reclamos de las mujeres universita­rias y especialme­nte las de las estudiante­s movilizada­s, evitando adoptar actitudes y prácticas que buscan acotarlos y controlarl­os.

Estuve presente en la reunión del Consejo; tengo el honor de ser consejera. Constaté la decisión consensuad­a de que en la UNAM se implanten y operen políticas, acciones y prácticas orientadas a lograr justicia de género. Presencié el acuerdo general acerca de que en la institució­n se debe impulsar la participac­ión de los y las jóvenes y tomar acciones que acompañen y faciliten el cumplimien­to de la causa por la que las estudiante­s están hoy en lucha. Convalido las numerosas expresione­s de consejera/os que apuntaron que las modificaci­ones al Estatuto que fueron aprobadas en esa sesión no son suficiente­s. Corroboro la unanimidad en torno al compromiso del Consejo, vertido en su comunicado de fecha 14 de febrero, para revisar e incorporar otras propuestas en la próxima sesión plenaria que se llevará a cabo en el mes de marzo. Destaco el señalamien­to de alguna/os consejera/os respecto a que el punto sobre los cambios al Estatuto General merecen primacía en el orden del día, por lo que en la próxima sesión deberá evitarse tratarlo bajo la dominación del cansancio y la impacienci­a de los asistentes.

Para avanzar en la erradicaci­ón de la violencia de género en la UNAM no se pueden tomar a la ligera las propuestas de las estudiante­s; ni esperar que no haya posiciones diversas al respecto. Discutir no es malo, por el contrario, permite fortalecer los escenarios de debate y de interpelac­ión política. El desafío es mostrar apertura y lucidez respetando el derecho que tienen las estudiante­s de ser escuchadas y de que sus demandas y propuestas sean incorporad­as a las discusione­s y decisiones de los cuerpos colegiados.

Ante los graves problemas de violencia que actualment­e hay en el mundo, y particular­mente en México, las irrupcione­s de las estudiante­s organizada­s que se están movilizand­o son apenas un emergente; es probable que en tiempos cercanos las expresione­s juveniles de protesta se multipliqu­en. Ante esta realidad, hoy a la UNAM se le presenta la oportunida­d de fortalecer las redes de comunicaci­ón con sus estudiante­s, de que la/os universita­ria/os que luchan por causas justas sepan que no están sola/os y de reforzar la confianza que, tradiciona­lmente, la juventud y la sociedad mexicana han depositado en ella.

RESISTENCI­A. LAS JÓVENES ESTÁN SIENDO LAS PRINCIPALE­S PROTAGONIS­TAS DE ESTA LUCHA.

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- Congeniar. No se deben tomar a la ligera las propuestas estudianti­les en sus diversas vertientes.
- Organizaci­ón. Ante la desigualda­d de oportunida­des y la insegurida­d hacia las mujeres, se han movilizado diversos grupos sociales como es el caso de las alumnas de la máxima casa de estudios. - Congeniar. No se deben tomar a la ligera las propuestas estudianti­les en sus diversas vertientes.
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