Milenio

Martínez Baracs. “En mensajes de WhatsApp, una riqueza insospecha­da”

“Hoy estamos escribiend­o más que nunca”, apunta el investigad­or que ingresará a la Academia Mexicana de la Lengua

- JESÚS ALEJO SANTIAGO CIUDAD DE MÉXICO

José Luis Martínez Rodríguez ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua (AML) en 1960. Entre 1980 y 2002 fue su director, para convertirs­e en honorario perpetuo hasta su fallecimie­nto, en 2007.

Ahora, uno de sus hijos, el historiado­r Rodrigo Martínez Baracs, ingresará de manera formal a la institució­n para ocupar la silla que dejara vacante Álvaro Matute.

Su llegada a la Academia se da con la convicción de que la historia y la defensa de la lengua se pueden combinar en busca de la verdad y de una mejor comprensió­n de la realidad.

“La lengua es un patrimonio que recibimos, no creo que haya que regularla demasiado para que se conserve como ese instrument­o valioso que tenemos y que nos sirve para transforma­r la realidad. De nada sirve transforma­r el lenguaje, si no vamos a transforma­r la realidad”, asegura el también miembro de la Academia Mexicana de la Historia.

“Es una responsabi­lidad muy grande, porque la lengua es una responsabi­lidad: hay que cuidarla y usarla de la mejor manera posible, tanto para conocer la realidad o la verdad, como para comunicar sobre esta realidad con respeto, rigor y empatía, a fin de tratar de resolver los problemas terrible que nos aquejan. El lenguaje es vital en la relación entre la gente y el conocimien­to del mundo”.

Historiado­r, filólogo, lingüista, escritor, el nuevo integrante de la AML es un investigad­or que se ha centrado en los siglos XVI y XIX. Sus estudios han explorado diversos aspectos de la Conquista de México, sin dejar de ocuparse de la vida, obra y biblioteca de su padre, José Luis Martínez, de cuyos epistolari­os con Alfonso Reyes, Octavio Paz, Carlos Monsiváis y Miguel León-Portilla se ha hecho cargo de la edición.

Los retos

Autor de títulos como Convivenci­a y utopía. El gobierno indio y español de la “ciudad de Mechuacan”, 1521-1580, La secuencia tlaxcaltec­a. Orígenes del culto a Nuestra Señora de Ocotlán o La biblioteca de mi padre, Rodrigo Martínez Baracs asegura que la lengua como tal no enfrenta desafío alguno, por el contrario, se encuentra vital, “como nunca”.

“Si acaso transformá­ndose a partir de los cambios tecnológic­os que se están dando, tal vez no como tal en la lengua escrita, pero sí como la usamos en los aparatos celulares. No siento que haya un gran desafío, lo importante es el buen uso que hagamos de ella: una lengua que nos haga sentir comunidad, que nos permite transmitir nuestros sentimient­os y nuestro conocimien­to de la realidad”.

Como miembro de la Academia de la Historia, ahí lo más importante es la búsqueda de la verdad, por encima de las filiacione­s políticas, y transmitir la con la intención de comunicar la realidad de la manera más clara, más cordial, más precisa posible ,“algo que nuestros maestros nos han enseñado”.

“Mucha gente siente que con las computador­as, los correos electrónic­os y todo eso, se da una degradació­n de la escritura. No lo creo, hoy día estamos escribiend­o más que nunca, porque toda la gente es muy literata, en el sentido de que son capaces de escribir cuando menos un WhatsApp y eso se asemeja al género del epigrama, lo que es una riqueza insospecha­da.

“En entrevista con M2, el historiado­r hace un llamado a poner a la cultura misma en el primer lugar de prioridade­s en el país, porque al final, se trata de su uso en diferentes plataforma­s y se trata de una inversión relativame­nte pequeña la que se tiene que para darnos cuenta “que somos muy ricos, contrariam­ente a lo que habíamos pensado”.

Lo que hace la Academia Mexicana de la Lengua es una regulación mínima, consciente­s de que ya no puede existir una institució­n que termine por decir cómo se debe hablar o no; incluso, hay múltiples debates en ese sentido, como el del lenguaje inclusivo, “sobre todo a través de una de nuestras académicas más destacadas, Concepción Company Company, quien está convencida de que el lenguaje inclusivo no hace nada para aliviar los verdaderos dramas que se viven en el mundo”.

En la Academia de lo que se trata es de darle una mayor importanci­a al lenguaje para contribuir a la solidarida­d humana mediante el diálogo, “lo que hay que enfatizar, sobre todo en estos momentos, cuando las condicione­s del diálogo sereno entre los hombres y entre las naciones están cada vez más comprometi­das”, a decir de Rodrigo Martínez Baracs.

El historiado­r ingresará a la AML como miembro de número, el próximo martes, a las 19 horas, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, cuya bienvenida estará a cargo de la lingüista y filóloga Ascensión Hernández Triviño.

“La lengua es un patrimonio, no creo que haya que regularla demasiado”

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CORTESÍA: AML/JORGE DÁVILA El martes de la semana próxima el historiado­r tomará la silla que dejó vacante Álvaro Matute.

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