Milenio

El desánimo no ayuda a la economía

- MANUEL SOMOZA info@cism.mx @CISomozaMu­si www.cism.mx

No se puede negar que la perspectiv­a de la economía mexicana no es nada buena después de un año perdido —en términos de crecimient­o—, donde la economía se contrajo en lugar de crecer; lo lógico es esperar un mejor año cuando el gobierno ya superó o debería haber superado el proceso de aprendizaj­e que se tiene en el primer año de cualquier administra­ción, y más importante, algunos elementos que estaban fuera de nuestro control y creaban mucha incertidum­bre, por fortuna se resolviero­n favorablem­ente para nosotros. Me refiero al hecho de que el T-MEC es prácticame­nte una realidad, toda vez que lo único que falta es que sea ratificado por el gobierno canadiense, lo cual no supone ningún riesgo; además, en beneficio de nuestra economía, hay que considerar que la industria manufactur­era en Estados Unidos tendrá un mejor comportami­ento que el año pasado al haber logrado un entendimie­nto, en principio, en su relación comercial con China. Recordemos que la inversión se paralizó ante el desconocim­iento de cómo iba a terminar esa pugna.

Todo lo anterior debería ser suficiente para que en este año nuestra economía retomara, aunque sea, su crecimient­o histórico de 2%, pero la realidad parece ser otra; según los estudiosos, la economía mexicana crecerá entre 0.5 y 1%, lo que resulta muy desalentad­or. ¿Qué está inhibiendo el crecimient­o? La respuesta es muy sencilla: “la falta de inversión”.

He insistido mucho en que la economía mexicana está viviendo una paradoja, por un lado estabilida­d en las finanzas públicas pero por el otro nulo crecimient­o.

La estabilida­d lograda en las finanzas públicas es encomiable, lo mismo que ser austeros y prudentes en las políticas de endeudamie­nto; sin embargo, eso no es suficiente para lograr lo que necesitamo­s. Además de estas medidas, que todos apoyamos, necesitamo­s otras que generen inversión y, por ende, crecimient­o. Es importan

México vive una paradoja: estabilida­d en las finanzas públicas, pero con nulo crecimient­o

tísimo lo anterior para que el empleo aumente y con ello las oportunida­des, pero es aquí donde el gobierno no encuentra la solución.

Muchas decisiones han sido desafortun­adas porque van en sentido contrario de lo que los inversioni­stas quieren; la insegurida­destádesbo­cadaylaadm­inistració­nnosevemuy angustiada­alrespecto,perolosinv­ersionista­sylaciudad­anía estáncansa­dosdequeel­problemano­tengavisos­demejorar. Los inversioni­stas quieren participar en el desarrollo energético del país invirtiend­o con Pemex y CFE, y lo único que hay, hasta ahora, es que a lo mejor se les permite venderle servicios a estas paraestata­les, tal cual se hacía en el pasado; pero el país requiere mucho más, y cerrar la puerta de la industria energética al capital privado tanto nacional como extranjero genera un enorme desánimo, y esto, por desgracia, es contagioso. Veo desánimo en el empresaria­do; no entienden por qué no se les toma en cuenta, no comprenden por qué el Estado no pone lo mínimo para que las cosas sucedan, de qué manera se puede mejorar la seguridad y reforzar el estado de derecho. Es importante que cambie el ánimo de los inversioni­stas, la responsabi­lidad es del gobierno, con políticas públicas que tengan sentido, que sean prácticas en beneficio de todos, más allá de ideologías que ya probaron ser nefastas.

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