El desánimo no ayuda a la economía
No se puede negar que la perspectiva de la economía mexicana no es nada buena después de un año perdido —en términos de crecimiento—, donde la economía se contrajo en lugar de crecer; lo lógico es esperar un mejor año cuando el gobierno ya superó o debería haber superado el proceso de aprendizaje que se tiene en el primer año de cualquier administración, y más importante, algunos elementos que estaban fuera de nuestro control y creaban mucha incertidumbre, por fortuna se resolvieron favorablemente para nosotros. Me refiero al hecho de que el T-MEC es prácticamente una realidad, toda vez que lo único que falta es que sea ratificado por el gobierno canadiense, lo cual no supone ningún riesgo; además, en beneficio de nuestra economía, hay que considerar que la industria manufacturera en Estados Unidos tendrá un mejor comportamiento que el año pasado al haber logrado un entendimiento, en principio, en su relación comercial con China. Recordemos que la inversión se paralizó ante el desconocimiento de cómo iba a terminar esa pugna.
Todo lo anterior debería ser suficiente para que en este año nuestra economía retomara, aunque sea, su crecimiento histórico de 2%, pero la realidad parece ser otra; según los estudiosos, la economía mexicana crecerá entre 0.5 y 1%, lo que resulta muy desalentador. ¿Qué está inhibiendo el crecimiento? La respuesta es muy sencilla: “la falta de inversión”.
He insistido mucho en que la economía mexicana está viviendo una paradoja, por un lado estabilidad en las finanzas públicas pero por el otro nulo crecimiento.
La estabilidad lograda en las finanzas públicas es encomiable, lo mismo que ser austeros y prudentes en las políticas de endeudamiento; sin embargo, eso no es suficiente para lograr lo que necesitamos. Además de estas medidas, que todos apoyamos, necesitamos otras que generen inversión y, por ende, crecimiento. Es importan
México vive una paradoja: estabilidad en las finanzas públicas, pero con nulo crecimiento
tísimo lo anterior para que el empleo aumente y con ello las oportunidades, pero es aquí donde el gobierno no encuentra la solución.
Muchas decisiones han sido desafortunadas porque van en sentido contrario de lo que los inversionistas quieren; la inseguridadestádesbocadaylaadministraciónnosevemuy angustiadaalrespecto,perolosinversionistasylaciudadanía estáncansadosdequeelproblemanotengavisosdemejorar. Los inversionistas quieren participar en el desarrollo energético del país invirtiendo con Pemex y CFE, y lo único que hay, hasta ahora, es que a lo mejor se les permite venderle servicios a estas paraestatales, tal cual se hacía en el pasado; pero el país requiere mucho más, y cerrar la puerta de la industria energética al capital privado tanto nacional como extranjero genera un enorme desánimo, y esto, por desgracia, es contagioso. Veo desánimo en el empresariado; no entienden por qué no se les toma en cuenta, no comprenden por qué el Estado no pone lo mínimo para que las cosas sucedan, de qué manera se puede mejorar la seguridad y reforzar el estado de derecho. Es importante que cambie el ánimo de los inversionistas, la responsabilidad es del gobierno, con políticas públicas que tengan sentido, que sean prácticas en beneficio de todos, más allá de ideologías que ya probaron ser nefastas.