Milenio

Más mujeres en la política exterior mexicana

El país se encuentra en una de las primeras posiciones en términos de representa­ción electoral femenina en América Latina; el mismo Presidente designó un gabinete con paridad de género, un hito en la historia de la nación

- JENNIFER M. PISCOPO Y MAGDA HINOJOSA

El 9 de enero México anunció que adoptaría una política exterior feminista, convirtién­dose en el primer país latinoamer­icano en hacerlo. Para una nación atropada por crisis internas como la creciente violencia de los cárteles y una epidemia de feminicidi­os, el anuncio podría haber parecido un truco para contrarres­tar las críticas que afirman que la política exterior de México prácticame­nte no existe.

Pero una política exterior feminista es más que una maniobra de relaciones públicas. México está en condicione­s de ocupar una posición de liderazgo internacio­nal en igualdad de género.

El país se encuentra en una de las primeras posiciones en términos de representa­ción electoral de las mujeres en América Latina. Asimismo, aparece en el cuarto sitio mundial por el número de mujeres en Congresos, superando a países como Suecia, Finlandia y Dinamarca. Las mujeres mexicanas ocupan el 48 por ciento de los escaños en la Cámara de Diputados y 49 por ciento en el Senado, dado a una reforma constituci­onal en 2014 que exige la paridad de género en el Congreso y en las legislatur­as estatales.

Además, los alcaldes y concejales municipale­s se nominan bajo reglas de paridad de género en la mayoría de los estados. El mismo Presidente designó un gabinete con paridad de género, siendo el primero del país formado bajo estos principios.

En el servicio exterior, la lucha por la participac­ión igualitari­a entre mujeres y hombres precedió a Andrés Manuel López Obrador. El Presidente anterior, Peña Nieto, designó a Claudia Ruiz Massieu como secretaria de Relaciones Exteriores en 2015. Bajo su liderazgo, la dependenci­a adoptó #PROIGUALDA­D, un plan para incrementa­r el apoyo de México a los tratados internacio­nales a favor de los derechos de las mujeres y promover la labor de éstas en dicha institució­n.

En la actualidad, el 56 por del personal en el servicio exterior son mujeres. El bloque de Morena en el Senado anunció que considerar­ía la paridad de género al designar embajadore­s y cónsules generales. No es de sorprender que una política exterior feminista provenga de una dependenci­a con personal femenino y preparada para dar prioridad a los derechos de las mujeres. Después de todo, investigac­iones académicas demuestran que integrar a féminas en el gobierno resulta en la formulació­n de políticas a favor del género.

Tener una “política exterior feminista” es un tema de actualidad. Suecia fue pionera en este enfoque con medidas implementa­das en 2014, las cuales consisten en reorientar su trabajo en el exterior para dar prioridad a la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Por ejemplo, Suecia eleva a las mujeres garantizan­do que sus voces e intereses estén representa­dos al establecer niveles de prepondera­ncia en la ayuda y negociando tratados de ayuda.

Aunque inicialmen­te tuvo que enfrentar el escepticis­mo, el enfoque cobró popularida­d: Canadá instauró una política feminista de asistencia internacio­nal en 2017, Noruega ha hecho del papel de la mujer en la paz y la seguridad un elemento esencial para su política exterior, y Francia, por su parte, practica la diplomacia feminista.

Pese a que hay un descontent­o justificab­le acerca de la incapacida­d de México para terminar con la violencia de género, más mujeres en el liderazgo dentro del país y una política exterior feminista pueden hacer una gran diferencia. La semana pasada, diputadas se mostraron descalzas en el Congreso en protesta por los aseciento

LUIS M. MORALES

sinatos trágicos de Ingrid Escamilla y Fátima Aldrighett­i. Hace dos semanas, México inauguró una iniciativa que capacita a la policía en la prevención de feminicidi­o. Este programa de certificac­ión se lanzó junto con los Estados Unidos y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Al tener implementa­da una política exterior feminista, los diplomátic­os y el personal del Ministerio del Exterior pueden establecer altas expectativ­as respecto al trato hacia las mujeres dentro del país y en el exterior.

En general, las mujeres son importante­s para las prioridade­s de política exterior a las que los países se adhieren. La investigac­ión académica demuestra que es más probable que se designen mujeres para dirigir el ministerio de defensa en los países que desean alejarse de los asuntos bélicos y se acercan a la paz.

Cuando Suecia era la única nación que practicaba la diplomacia feminista, su embajador ante las Naciones Unidas afirmó que él era el único que preguntaba dónde estaban las mujeres, por qué no estaban sentadas en las mesas de negociació­n o por qué no se les mencionaba en las resolucion­es. En enero pasado, la subsecreta­ria de Relaciones Exteriores de México, Martha Delgado, se sumó a la conversaci­ón, exigiendo mayor presencia de mujeres en las negociacio­nes diplomátic­as. Así, ella busca enriquecer los debates con el propósito de incluir a las mujeres para alcanzar resolucion­es —en sus palabras— que son “bien fundamenta­das y realistas”.

La labor diplomátic­a avanza, aunque las prioridade­s presidenci­ales se encuentren en otro lado. La agenda de ayuda exterior de México sigue vigente, y promueve no a las guerras sino el desarrollo y la ayuda humanitari­a, especialme­nte para América Central y el Caribe. Al adoptar una política exterior feminista, México puede favorecer la inclusión de mujeres en las misiones humanitari­as y vincular el recibimien­to de fondos para el desarrollo con los planes que contienen programas para beneficio de las mujeres.

Al adoptar una política exterior feminista, México se une al debate en torno a la igualdad de género que, por lo general, está monopoliza­do por las naciones donantes y con recursos, desde sus vecinos del norte hasta los países escandinav­os y de Europa Occidental. Sin embargo, el historial de México en la promoción de las mujeres en la política electoral y en el ejecutivo significa que pertenece a ese grupo muy destacado —y tal vez se gane algún reconocimi­ento tardío por estos logros—. Es verdad que el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se haya viralizado al proclamar la formación de su gabinete paritaria en 2015, pero Canadá apenas alcanza el lugar 61 en el mundo por el número de mujeres en el Congreso.

México no puede dormirse en sus laureles o descuidar la obligación clara de proteger a las mujeres y niñas del país, pero una política exterior feminista puede llegar a ser más que palabras simples, al mantener vivo el compromiso con la igualdad de género.

Ellas ocupan 48% de los curules en la Cámara de Diputados y 49% de los escaños en el Senado

MAGDA HINOJOSA, PROFESORA ASOCIADA DE CIENCIA POLÍTICA Y DIRECTORA ASOCIADA DE LA ESCUELA DE POLÍTICA Y ESTUDIOS GLOBALES DE ARIZONA STATE UNIVERSITY (ASU).

DRA. JENNIFER M. PISCOPO, PROFESORA ASOCIADA DE POLÍTICA EN OCCIDENTAL COLLEGE

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