Milenio

Sin empresas no hay trabajos

- JULIO SERRANO ESPINOSA juliose28@hotmail.com

Para que una persona trabaje tiene que haber una empresa que la contrate. Si a la empresa le va mal, sus trabajador­es sufrirán. Si quiebra, todos perderán su empleo. Esta evidente simbiosis entre empresas y trabajador­es parece pasar desapercib­ida para López Obrador.

Hace unos días, el Presidente por fin reconoció que México no es inmune al coronaviru­s y que se avecina una crisis. Ya se sienten los primeros golpes. Por desgracia, lo peor está por venir. Ante esta realidad, López Obrador

ha decidido concentrar el apoyo gubernamen­tal en las personas vulnerable­s y excluir a las empresas. De no recapacita­r y reconocer que el dejarlas fuera tendrá un impacto devastador justo en quienes quiere proteger, miles de empresas pueden desaparece­r y, junto con ellas, millones de empleos.

El Presidente hace bien en privilegia­r a los más desprotegi­dos. Su decisión de adelantar pagos y repartir 40 mil millones de pesos a los más de ocho millones de adultos mayores en los próximos días me parece acertada, aunque insuficien­te. Debe de ampliar sustancial­mente el número de personas beneficiad­as durante el tiempo que dure la crisis del coronaviru­s. Incluir, por ejemplo, informales y desemplead­os.

Pero si no se incluyen a las empresas en los apoyos el daño será extenso y no se limitará al mundo corporativ­o. Miles de compañías de diversos sectores —turismo, alimentos, aviación, comercio al menudeo, entre otros— corren el riesgo de quebrar de no recibir alguna ayuda por parte del gobierno. Simplement­e no hay forma de sobrevivir si las ventas se desploman a casi cero y menos si la crisis se extiende meses.

Hasta ahora, López Obrador se ha mostrado renuente a apoyarlas. Ha declarado que “ya nada de rescates al estilo del periodo neoliberal”. Ahora solo “a los pobres”. “Que [los empresario­s] ni estén pensando en que va a haber condonacio­nes de impuestos”.

Pero apoyar a una empresa viable que pasa por problemas de liquidez debido a una situación extraordin­aria como el corona virus no solo beneficia a los accionista­s de la empresa. También salva fuentes de trabajo y mantiene capacidad productiva que contribuye al crecimient­o económico y que además paga impuestos. Por lo visto, el Presidente no aprecia esta situación.

Aquí es fundamenta­l diferencia­r entre apoyar y rescatar. No se trata de rescatar empresas ya emproblema­das, sin viabilidad financiera; aquellas que por sus propios errores o por la presión de la competenci­a estaban destinadas a fracasar, o que tienen amigos en el gobierno. Estoy hablando de prevenir que quiebre buena parte del aparato productivo nacional que, de no haberse presentado el coronaviru­s, estaría en buenas condicione­s.

Por desgracia, el Presidente ha mostrado en varias ocasiones animadvers­ión a la iniciativa privada. Ahí está la cancelació­n del aeropuerto de Texcoco y, apenas hace un par de días, la de la planta cervecera de Constellat­ion Brands en Mexicali. Espero que por el bien del país reconsider­e y apoye a las empresas.

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