Estamos en guerra
Ya no hay decisiones fáciles, ese tiempo quedó atrás. Las medidas que debe tomar el gobierno de México para evitar el colapso del sistema de salud y proteger la vida de millones de personas tendrán un costo enorme para la economía. Entre más tardemos en implementar estas acciones, más profundas serán sus consecuencias.
Las alternativas tampoco son mejores. Permitir, como lo sugiere el empresario Ricardo Salinas Pliego, que la enfermedad siga su curso sin restricciones sociales drásticas que impacten la actividad económica, terminaría siendo mucho más costoso. El número de contagios se dispararía hasta afectar a 80 por ciento de la población, según proyecciones como la del Imperial College de Londres. Los trabajadores esenciales como médicos y enfermeras, empleados de la cadena de suministros, cuadrillas de la CFE y hasta policías se enfermarían provocando el desabasto de servicios médicos en plena crisis, la escasez de alimentos, apagones y hasta un aumento en la delincuencia.
Atender las recomendaciones de los expertos en salud pública no es actuar con miedo, al contrario. Se trata de frenar los contagios para aplanar la curva de infecciones, evitar que los hospitales terminen abrumados por la demanda y regresar cuanto antes a la reconstrucción del país. Ponerle un precio a la vida de miles o cientos de miles de mexicanos para salvar a la economía es un planteamiento francamente inhumano. Sobre todo cuando quienes lo promueven tiene asegurada la atención médica de calidad a la que la mayoría de los mexicanos no tienen acceso.
Claro que los próximos meses serán brutales para una economía mexicana que lleva meses en declive, gracias entre otros factores a decisiones del gobierno actual que han incrementado nuestra vulnerabilidad a los efectos de la pandemia. Sería ideal encontrar un balance entre el problema y la solución, pero luego de semanas de minimizar el reto y de confundir a los mexicanos, el tiempo para las decisiones sencillas se agotó.
El enemigo está aquí y solo se va a fortalecer en las próximas semanas. Es momento de tomar decisiones difíciles y no necesariamente populares, algo para lo que no está equipado el presiente Andrés Manuel López Obrador, quien lleva tanto tiempo operando desde la oposición que ahora en el gobierno hasta la ciencia y la razón le parecen rivales políticos.
La propuesta de Salinas Pliego resultaría mucho más costosa