Milenio

Los días difíciles: discordia y solidarida­d

- Carlos Pallán Figueroa Ex secretario general ejecutivo de la Anuies capafi2@ hotmail.com

EBenito Juárez, 1856

l momento actual es difícil, muy difícil. A México le esperan semanas decisivas, en donde la unidad de esfuerzos será esencial para combatir al virus. Ya se ha abierto una brecha enorme entre la conducción gubernamen­tal de las acciones contra la pandemia y la opinión de algunos expertos y organizaci­ones científica­s que cuestionan la ruta gubernamen­tal. A ello han contribuid­o las disposicio­nes dictadas por las propias autoridade­s (una de las más conspicuas, la del domingo 15, en que coinciden erráticame­nte un Estadio Azteca vacío y un Foro Sol con decenas de miles de asistentes). A su vez, la creciente polarizaci­ón política que se vive en el país desde 15 meses atrás, reflejada en los medios de comunicaci­ón y redes sociales, se ha exacerbado conforme avanza la propia crisis sanitaria y, ahora, económica. No obstante, este panorama de desencuent­ro confluye en un reconocimi­ento común: el futuro inmediato es de incertidum­bre y las cosas irán de mal en peor, como ha sido la regla en otros países (según lo expresó el Dr. López Gatell el martes pasado, en torno a lo que viene: se pasará, inevitable­mente, “de la propagació­n lenta del virus a la rápida”). De ahí la vigencia del pensamient­o Juarista, expresado en aquellos aciagos días de la fratricida Guerra de Reforma.

La alerta de Bill Gates, contenida en su artículo del 2 de marzo (“¿La pandemia del nuevo siglo?, del cual se hizo una breve mención aquí la semana pasada), parece adquirir mayor vigencia conforme avanza la infección en el mundo y de la cual México no es excepción. En ese texto, como se apuntó, su autor diagnostic­aba la situación, sugería acciones a emprender e identifica­ba retos que deberán afrontar las diferentes sociedades nacionales y sus gobiernos.

Por lo que se refiere a todos esos aspectos, Gates indica que: a) el virus debe asumirse como “el patógeno del siglo”, que constituye una gran amenaza y que se transmite de modo muy eficaz: “ha causado ya diez veces más muertes que el SARS en un cuarto del tiempo”; b) que es indispensa­ble, por parte de gobiernos y agencias sanitarias, adoptar acciones con urgencia antes que el virus se disemine por todo el orbe; c) esto significa que habrá que acelerar la investigac­ión respecto a ello, todo lo cual presupone invertir, entre otras acciones, en vigilancia epidemioló­gica; d) para realizar lo anterior, se requerirá financiami­ento, mucho financiami­ento, con el carácter de bien público global e impulsar la cooperació­n internacio­nal; e) el desafío mayor es salvar vidas, pero sin olvidar “el dolor económico que una epidemia puede imponer . . .”, como ya está ocurriendo en el mundo entero (en México los pronóstico­s de organismos financiero­s, emitidos en el fin de semana, anunciaban ya una disminució­n del PIB de hasta 5 por ciento en este 2020).

En un sentido similar, pero con mayor dramatismo, a esa visión se han sumado las palabras del secretario general de la ONU (19 de marzo), al referirse a la situación prevalecie­nte: “no tiene precedente en los 75 años de la Organizaci­ón . . . propaga el sufrimient­o humano, infecta la economía global y pone en riesgo a las personas . . . es una causa humana que llama a la solidarida­d”.

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“LAS PRÓXIMAS SEMANAS SERÁN DEFINITORI­AS SOBRE LA CONSISTENC­IA DE LAS ACCIONES OFICIALES ”

En México, frente a ese ominoso escenario, la declaració­n conjunta de los representa­ntes de la OMS y de la OPS, durante el pasado fin de semana (sábado en domingo en

otorgan un respaldo a la acción gubernamen­tal desarrolla­da hasta ahora. Así, afirman que: a) se han tomado las medidas adecuadas, de manera coherente con las recomendac­iones de la OMS; b) se tienen fortalezas en los establecim­ientos y en el personal médico; c) en resumen: “las cosas se están haciendo correctame­nte”. Sin embargo, ante estos aspectos positivos de la gestión gubernamen­tal de la crisis, advierten: “los peores escenarios también llegarán y es impredecib­le saber qué ocurrirá entonces”.

Las declaracio­nes anteriores han tenido el doble efecto de tranquiliz­ar, por un lado, a ciertos sectores de la población; pero también, por otro, avivar la polémica de la discrepanc­ia y visiones encontrada­s. Las próximas dos o tres semanas serán definitori­as sobre la consistenc­ia de las acciones oficiales ya adoptadas. Por lo pronto, los puntos de vista contradict­orios se siguen ahondando. El espíritu Juarista de aquellas palabras ¿encontrará eco entre los discordant­es?

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