Chistes en tiempos de Covid-19
Carmen Salinas acaba de ofrecer disculpas por lo que muchos denominaron como “chiste racista” al decir que la pandemia que estamos viviendo es un castigo de la vida para los chinos por andar “comiendo perritos y gatitos”. ¿Fin de la historia? No, en absoluto.
Habrá ignorancia respecto a nuestras distintas culturas, pero un hecho en el que coinciden muchos epidemiólogos es que este virus sí pudo originarse en esos mercados de animales y sus cruentas condiciones sanitarias.
No es un chiste contra ninguna “raza” sino contra acciones más que documentadas. Claramente esto no viene de comer perros, cosa que claramente hacen, pero sí hay todo un tema que discutir ahí.
Ahora, Carmen ha pasado desde el cabaret hasta las cámaras legislativas de México, y sin duda no es el personaje consentido de todos. ¿Pero racista por un chiste así? No lo creo.
Los comediantes, quienes de por sí ya estaban en problemas con los escuadrones de lo políticamente correcto, están siendo más cuidadosos que nunca.
Pero ni nuestra tía o amiga en WhatsApp, que manda constantemente los peores chistes, se preocupa por ello.
Sin duda los chistes deben tener un referente de realidad para que funcionen, pero creo que el mejor consejo que podemos proponer a quienes los hagan públicos aquí es el mismo de las guerras: búrlate del victimario, nunca de la victima.
Claro, definir quien es el victimario aquí nos podría llevar a una discusión política mundial, y no hay letras que alcancen.
Es la naturaleza. La humana y la ciencia. No desinformar en honor a la carcajada, por cierto, debe ser otra regla vital.
Esto, como el virus, sigue evolucionando.