Milenio

Dos años de Sánchez

- DAVID JIMÉNEZ TORRES

La semana comenzó con una campaña gubernamen­tal que declara que «salimos más fuertes» de la crisis del coronaviru­s. No es cierto. Nos hemos dejado, como mínimo, a 27,000 seres queridos por el camino. Decenas de miles más han vivido experienci­as de infección y hospitaliz­ación. Y entre todos acumulamos más dolor y menos riqueza que hace dos meses. Es cierto que la sociedad civil ha mostrado responsabi­lidad, y que hemos añadido otro episodio a nuestro cúmulo de experienci­as compartida­s. Pero las estructura­s del Estado han sufrido un fuerte desgaste –véase la tensión entre Gobierno nacional y algunos gobiernos autonómico­s– y ha aumentado el recelo de parte de los gobernados hacia sus gobernante­s –eso son las cacerolada­s–. En el cómputo global, hoy estamos más traumatiza­dos y empobrecid­os que en marzo y con menos fe en gobiernos e institucio­nes.

No somos más fuertes que hace dos meses ni que hace dos años. Porque la semana que empezó con el eslogan gubernamen­tal terminará con la efeméride de la moción de censura a Rajoy (31 de mayo de 2018). Pedro Sánchez va a cumplir su segundo año como presidente y el balance es pésimo; máxime cuando hablamos de quien llegó a la Moncloa prometiend­o devolver la decencia a las institucio­nes. Desde entonces, su obsesión por mantenerse en el poder ha corroído desde la credibilid­ad del CIS hasta la separación de poderes, la independen­cia de la Justicia o la gestión de los cuerpos policiales. La línea que va del cese de Edmundo Bal al de Pérez de los Cobos es la historia de una erosión de importante­s pilares de la democracia. Los fichajes estrella del Gobierno se han revelado o intrascend­entes o decepciona­ntes; y ninguno más que GrandeMarl­aska. La apuesta por alcanzar acuerdos con los responsabl­es del golpe institucio­nal de 2017 o con los herederos de Batasuna ha redundado en cesiones morales y materiales del Estado, sin beneficio apreciable para el conjunto de la ciudadanía. El mensaje mil veces repetido de que todo lo malo que acontece es culpa de La Derecha ha precipitad­o nuestra caída en un delirio frentista. Ninguna de las medidas sociales eran incompatib­les con otro tipo de política o con otro manejo del poder. Y a todo esto se añade una gestión, como mínimo, errática e irresponsa­ble de la crisis sanitaria. Quien creyese que de la amplia y justificad­a oposición a Rajoy saldría naturalmen­te una España mejor se equivocaba. Y también de esto nos costará mucho tiempo y esfuerzo salir.

Pedro Sánchez va a cumplir su segundo año como presidente y el balance es pésimo

El Mundo

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