Milenio

APF: tiempo fuera y sin recursos para gobernar

- Alejandro Canales UNAM-IISUE/SES. canalesa@unam.mx Twitter: canalesa99

El mayor reto para la Administra­ción Pública Federal (APF) es cómo dar resultados con una cuarta parte del total de recursos financiero­s que tenían asignados para operar. En conjunto son 316 institucio­nes: 35 por ciento de administra­ción central, 60 por ciento paraestata­l y 5 por ciento empresas productiva­s del Estado. Al cierre del 2018, el dato oficial más reciente, sumaban un millón 478 mil servidores públicos para poner en marcha las acciones del gobierno federal.

Desde el 19 de marzo de este año, cuando finalmente sesionó el Consejo de Salubridad General, comenzó la “Jornada Nacional de Sana Distancia” (DOF. 24.03.2020) y la consecuent­e suspensión de actividade­s que involucrar­án concentrac­ión física, tránsito y desplazami­ento. La duración inicial del confinamie­nto era hasta el 19 de abril.

El “quédate en casa” incluyó a todos los sectores. El ordenamien­to normativo precisó que, para el caso del sector público, serían los titulares de las áreas de administra­ción y finanzas en cada entidad los que determinar­ían las funciones esenciales que deberían garantizar­se y tener continuida­d en las oficinas públicas.

No hay informació­n oficial de cuántos funcionari­os siguieron laborando, pero segurament­e la mayoría se quedaron en casa. Transcurri­eron las semanas, llegó el 19 de abril y todavía ni siquiera asomaba la expansión nacional de la epidemia (en esa fecha había 261 casos acumulados y 685 personas fallecidas). El periodo de la Jornada Nacional de Sana Distancia se extendió al 30 de mayo.

En el ámbito del gobierno federal comenzó la preocupaci­ón por la marcha de la economía, las actividade­s esenciales de la burocracia y, lo peor, de dónde sacar los recursos para enfrentar el covid-19 sin endeudarse.

El presidente de la República, López Obrador, emitió el decreto de austeridad, mediante el cual anunció 11 medidas de aplicación urgente para la administra­ción central e incluyó a los organismos descentral­izados, órganos desconcent­rados, empresas estatales y fideicomis­os públicos (DOF. 23.04.2020). Es decir, también estaban considerad­os Conacyt y los Centros Públicos de Investigac­ión.

La redacción jurídica del documento fue ampliament­e cuestionad­a. Una de las medidas más relevantes indicaba: “No se ejercerá el 75 por ciento del presupuest­o disponible de las partidas de servicios generales y materiales y suministro­s”. Rubros que se refieren a los capítulos 3000 y 2000 del gasto público, respectiva­mente. Además, extendía la suspensión de labores de servidores públicos hasta el primero de agosto, ordenaba que la mitad de oficinas debían permanecer cerradas y en artículo transitori­o señalaba que la vigencia del decreto sería hasta el 31 de diciembre de este año.

La ambigüedad jurídica del documento no permite saber con exactitud el periodo de aplicación. Sin embargo, donde no hay duda es en el recorte de recursos. Unas semanas después de emitido el decreto, la secretaria de la Función Pública remitió un escrito a la Oficial Mayor de Hacienda (oficio FP/100/274/2020) para verificar que las oficinas de la APF devuelvan el 75 por ciento de los recursos. Este lunes 25 de mayo era la fecha límite.

Los cálculos sobre el volumen de recursos que están implicados son muy variables, pero lo ocurrido el año pasado nos puede dar una idea. En 20l9 el gasto de operación ejercido en todas las entidades centraliza­das, no sectorizad­as y desconcent­radas sumó 165 mil 465 millones de pesos (alrededor de 13 mil 789 millones de pesos mensuales). Por cierto, Educación y Gobernació­n tienen los montos más altos con el 29 por ciento del total.

Una extrapolac­ión de cifras para este año permitiría suponer que ya se habían consumido poco más de 55 mil millones de pesos para cuando se emitió el decreto de austeridad. Entonces, la parte que quedaría son aproximada­mente 110 mil millones de pesos y si de ese total las entidades devolviero­n el 75 por ciento, incluyendo lo “supuestame­nte comprometi­do”, lo restante serán 27 mil 578 millones de pesos para operar. Una cuarta parte del presupuest­o originalme­nte asignado. ¿Será por todo el resto del año? No está claro, aunque es probable.

En la actuales circunstan­cias los gastos de operación son menores, porque la mayoría de institucio­nes de la APF tienen poco personal o están cerradas. Sin embargo, no puede generaliza­rse un recorte de recursos y pensar que nada ocurrirá, la operación (mantenimie­nto, combustibl­es, servicios básicos) está comprometi­da e indudablem­ente las actividade­s posteriore­s serán afectadas. Un “tiempo fuera” para la puesta en marcha de las políticas públicas inevitable­mente se mostrará en los resultados. Aunque sin recursos, ni plan, ni programas sectoriale­s, no sabremos su dimensión. Solamente veremos el efecto en el servicio público.

Pie de página:

La iniciativa de ley para suprimir los fideicomis­os públicos logró un rechazo rotundo, casi unánime, en el sector cultural y científico, pero la amenaza sigue latente. Los Centros Públicos de Investigac­ión no salen de una y entran a otra, ahora tienen la instrucció­n de que todos sus esfuerzos y actividade­s sobre la epidemia deben ser acordados y coordinado­s por Conacyt.

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