La pandemia: lecturas y recuerdos / II
Como se expresó aquí la semana pasada, en la tarea de ordenar una casa o estudio, aprovechando el encierro, me he topado con diferentes libros, textos y objetos que, estando perdidos u olvidados, suscitan recuerdos. Ahora fueron las memorias de
(5 tomos). Leídos con fruición, como textos de descanso, en un momento de intensa actividad académica, mil años atrás, ahora reaparecen ante mi vista en los dos volúmenes (FCE, casi 1,500 páginas), que compré hace tres años “para cuando tuviera tiempo”. De los cinco tomos originales, quiero referirme solo al titulado “La Tierra Prometida”, relativo a la labor desempeñada al frente de la SEP durante la presidencia de Adolfo López Mateos (ALM). De la gran obra ahí realizada destaco solo lo concerniente al llamado “Plan de Once Años”, haciendo leves apuntes a la colosal obra cultural emprendida durante ese tiempo, así como algunas pinceladas autobiográficas. "LAS ESCUELAS SECUNDARIAS FEDERALES ERAN INSUFICIENTES, YA QUE LAS ENTIDADES FEDERATIVAS INVERTÍAN POCO"
• Jaime Torres Bodet (JTB) llega a la SEP, por tercera ocasión, el 1º de diciembre de 1958. Había estado ahí desde el momento en que cobró vida esa secretaría, en 1921, ocupando el cargo de director de bibliotecas. Tenía 19 años y se había ganado la confianza de su fundador, José Vasconcelos, ya que desde un año atrás había fungido como secretario particular de aquél, a la sazón rector de la Universidad Nacional. Vuelve en 1943 como secretario, el tercero y definitivo en el gobierno de Manuel Avila Camacho. En 1958, ALM
para aceptar otra vez el cargo de secretario, aprovechando su paso como cabeza de la Unesco seis años atrás. Digo “lo compromete”, puesto que ya había rechazado dos ofrecimientos en los días previos al inicio del sexenio. Sin embargo, aceptó una encomienda menor y personal: preparar un memorándum que contendría las líneas generales de un “programa muy ambicioso” en esa materia (9 cuartillas). Invitado por el Presidente electo para que se lo explicara personalmente, éste aprovechó para insistir en el ofrecimiento. Al término de la presentación, ALM, lacónicamente, le dice: “encuentro excelente el programa, pero la persona adecuada para ponerlo en práctica es, a mi juicio, usted”. La renuencia de JTB volvió a aparecer y, de nuevo, la insistencia de ALM: “yo tampoco aspiraba a la presidencia, pero no se rehúsa uno a servir cuando es menester
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