Milenio

La fuerza del corazón

Harta del encierro y ante la necesidad de corroborar un dato, de forma impulsiva, subí a mi bicicleta; mientras avanzaba, las personas empezaron a desaparece­r, vi una pareja besándose en la esquina de Vértiz y Dr. Liceaga… el amor es temerario

- SUSANA IGLESIAS*

En Siberia la vida es extrema, no he visto tanta fiereza por sobrevivir como en ese lugar, la naturaleza impone su selección en aquellos helados páramos blancos de muerte, ¿por qué en una región tan extrema la especie humana no es tan abundante? Huimos de los extremos, nos cuesta entender qué nos impulsa a sobrevivir. Las especies de animales no-humanos, ante el hambre, se doblegan fácilmente, ese miedo a no obtener alimento para subsistir puede volver muy agresiva a una rata o una cucaracha. Hormigas, arañas, mosquitos, moscas, grillos, aparecen por todos lados buscando afanosamen­te, en el Centro casi todo es concreto, aún así, salen de algún ecosistema oculto a nuestra vista. No lograba entender cómo es que una cucaracha se metió bajo la puerta, me despertó en la noche el sonido de sus patas corriendo por todos lados y su cuerpo golpeando en la duela, era enorme, nunca se había metido una pese a que el Centro tiene estos habitantes por todos lados; con el cierre de comercios, restaurant­es, bares, fondas y puestos callejeros, la fauna urbana ha enloquecid­o buscando comida por cualquier rincón posible, no importa qué tan limpia esté tu casa o apartament­o, intentarán entrar en algún descuido. Harta del encierro y ante la necesidad de corroborar un dato, de forma impulsiva, subí a mi bicicleta, rodé por Bolívar hasta Izazaga, de ahí continúe hasta llegar a la avenida Doctor Vértiz. Colonia de los Doctores: viejas calles apareciero­n ante mis ojos, sitio de inigualabl­e estilo, vi seis personas sin cubreboca, algunos perros callejeros, cosa rara en la zona.

Mientras avanzaba las personas empezaron a desaparece­r, vi una pareja sin cubreboca besándose en la esquina de Vértiz y Dr. Liceaga, el amor es temerario. Me adentré por calles conocidas años atrás, qué nostalgia, qué recuerdos y cercanía me produjo el paisaje. La Doctores es una de las colonias más antigüas de la ciudad, en 1846 era un área pantanosa que se fue apagando, como un cadáver que nadie enterró esa carne que es el fango dejó un poco de humedad en la zona permitiend­o que crecieran flores, existió un panteón llamado: Campo

Con el cierre de comercios la fauna urbana ha enloquecid­o buscando comida en cualquier rincón

Florido, en honor a ellas. Es hasta 1889 que comenzaron los trazos iniciales de la colonia en unos terrenos de Francisco Lascurain, este hombre pidió permiso al ayuntamien­to para construir una colonia. Cuentan los viejos que sobreviven bajo el sol jugando baraja en las esquinas que existieron muchas pulquerías, por ahí sobrevive La Hija de los Apaches, el dueño es un ex boxeador: El Pifas, Epifanio Leyva. La recuerdo sobre Avenida Cuauhtémoc, la naciente gentrifica­ción de la Romita la escupió al hermoso pueblo que es la Doctores, sí, aquí casi todos se saludan, se conocen, se sabe cuando no eres de aquí, los franeleros son los cronistas del barrio, en Lucio anda El Bruno, en Erazo El Canica y cerca de Lavista y Claudio Bernard está El Tamaulipas, por mencionar sólo algunos. La zona norte de La Doctores es muy cercana al Centro, al

LUIS MIGUEL MORALES C.

sur colinda con el Eje 3, el oriente encaja con La Obrera y desde el poniente podemos atravesar hacia la colonia Roma, esta frontera siempre me ha causado curiosidad porque es una límite interesant­e entre dos mundos: la Roma gentrifica­da y la todavía indomable Doctores que se gentrifica lentamente desde hace más de 10 años. Me detuve cerca del Instituto de Ciencias Forenses, pensé todos en los peritos que están enfrentand­o la muerte ante la amenaza del covid-19, si ya existía antes de la pandemia una crisis en las morgues mexicanas, no puedo imaginar el duro trabajo diario en ese campo, inevitable­mente pienso también en las enfermeras, médicos, camilleros y todo el personal de los hospitales. Vine aquí porque quería documentar un dato, el color de una fachada. Ante el horror del desempleo que recorre con voracidad los hogares, también podemos contar sucesos alegres, nuevos inicios, así surgió Fondita 23, ubicada en la colonia Doctores, los encuentras en Instagram, su lema es: De Nuestro Corazón a tu Paladar, sazón vasco-navarropor­tuleño, una brillante abogada enfocada en Derechos Humanos llamada Lorena, una trabajador­a social llamada Andrea que trabaja con Organizaci­ones No Gubernamen­tales con perspectiv­a de género, El Ale de la Portales, músico, toca la armónica en Belafonte Sensaciona­l, hace radio en NoFm #todomenosm­iedo, estación peculiar, estudió psicología social, harto de trabajar para “la oligarquía científica” abrazó el arte, para él, las mujeres “todo lo que tocan lo hacen crecer”, pasando con ellas la cuarentena surgió la idea de emprender un proyecto de comida sana, casera, hecha con el corazón y con insumos de comercio justo, tiendas locales, productos del tianguis de Dr. Lucio los domingos, sin olvidar algunos productos importados de España. Andrea que viene de Navarra, España, está involucrad­a en un proyecto de productore­s locales responsabl­es sin intermedia­rios, comercio justo, llamado: Canasta Raíz.

Ha resultado inesperado que sus menús se acaben diario, lo que comenzó con pequeños pedidos de vecinos trasmuta en un sueño que crece, ofrecen comida equilibrad­a, se entrega en la puerta de tu casa, pueden estar seguros que se prepara con medidas de seguridad e higiene por personas que han respetado la cuarentena y la sana distancia. Su sazón es delicioso, cocinan con amor, responsabi­lidad social, entrega; también ofrecen croquetas estilo español, de papa, serrano, roquefort, champiñone­s. Pepe, el dueño del bar El Sella, un sitio clásico del barrio ubicado en Dr. Balmis, les da consejos, es probable que pronto probemos sus croquetas en el legendario Sella que ostenta tener el mejor Chamorro de la ciudad, la receta ha sido guarfdada celosament­e más de 50 años. Somos lo que comemos, reconforta comenzar a desiquetar­nos, comer aquello que fortalezca nuestro corazón. Así como los humanos luchamos fieramente para sobrevivir, ayudamos también a otros a sobrevivir, esa ayuda mutua de la que me habló Andrea nos mantiene vivos en circunstan­ias adversas.

* ESCRITORA. AUTORA DE LA NOVELA SEÑORITA VODKA (TUSQUETS)

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