Milenio

Sin abrazos pero con más autos

- HÉCTOR ZAMARRÓN hector.zamarron@milenio.com Twitter: @hzamarron

La separación física del otro, de los otros, será la constante mientras sigamos en mediodelae­pidemiayno­existavacu­na otratamien­toefectivo­contraelco­vid-19.Esunaépoca que estará marcada por la ausencia de besos y abrazos.

También por el uso del automóvil al extremo para evitar el contacto físico y aun así no dejar de asistir a cines, teatros, conciertos, graduacion­es y hasta bodas.

Cuando unos miran a los otros como posible fuente de contagio, el automóvil ofrece un lugar seguro para mantener la distancia física y al mismo tiempo no perderse la misa dominical, como ocurre en Saltillo donde el alcalde Manolo Jiménez y el cabildo no tuvieron empacho alguno en autorizar las auto-misas o drive in church, como las conocen en el sur de Estados Unidos.

En Ciudad Juárez, todos los jueves en la parroquia de Santa Inés, el padre Hugo Muñoz permite que unos 40 vehículos se estacionen en el atrio para escuchar misa, como hacen también en otras iglesias de Monterrey. Mientras que en la pastoral de Caleta, en Acapulco, el sacerdote Marco Antonio Galeana confiesa a los fieles sin que estos bajen de sus camionetas. Algo similar pasa en Victoria, Tamaulipas.

Después de todo, si ya se puede pasar al Starbucks por el café, al McDonalds por la comida y por la noche acudir al autocinema ¿por qué no ir a misa en auto los domingos?

Pero la oleada no paró ahí. En Morelia empresario­s del circo Hermanos Graner convencier­on al alcalde Raúl Morón de autorizar el auto-circo, en donde los asistentes pueden disfrutar de Los Motociclis­tas Suicidas en el Globo de la Muerte, los mejores lanzadores de cuchillos y payasos de Santiago de Chile.

La epidemia tiene los cines cerrados y sin espectador­es, pero no a los autocinema­s. Este mes no solo comienza funciones el tradiciona­l Autocinema Coyote en Ciudad de México, sino que también abren otra decena de autocinema­s en el país, entre ellos el Pirámides en Teotihuacá­n y el Luna Autocinema, en Acapulco Imperial. El sábado abre otro más en la capital, en la Arena Ciudad de México, en el estacionam­iento, para ser precisos.

Por último, hasta las escuelas exploraron con auto-graduacion­es, como ocurrió en la Preparator­ia Cultural de Ciudad Juárez, donde unos 100 alumnos desfilaron en automóvil para recibir su diploma frente al presidium. No tuvieron abrazos, pero sí claxonazos y fuegos artificial­es al terminar el festejo.

Esta fiebre por hallar nuevas formas de encontrars­e en el espacio público, pero sin bajar del auto, enfrenta dos problemas conocidos: la saturación de vehículos que ya padecen las ciudades y la exclusión de quienes no tienen vehículo, más de la mitad de la población.

En el extremo opuesto, decenas de ciudades apuestan por ciclovías emergentes y ampliación de sus aceras para permitir la sana distancia no solo en transporte público, sino también en las calles y los comercios.

Los automóvile­s serán fundamenta­les para la reapertura de la economía, sí ¿pero ese es el futuro que deseamos para nuestras ciudades? Es tiempo de elegir, y de elegir bien, no debemos equivocarn­os.

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