Adolescentes del coronavirus
No es solo porque sus escuelas cerraron por la pandemia o porque no tenían internet, ni computadora, ni espacio en sus casas para poder concentrarse en los estudios, ni algún miembro de su familia que les pudiera ayudar con las matemáticas, la física o la literatura.
No es solo por la incertidumbre con respecto a la fecha de reapertura y la modalidad con la que podrían regresar a clases. No. A estas alturas, es claro que muchos de ellos simplemente no volverán a las aulas.
Nuestros adolescentes de la generación covid-19, cerca de 14 millones de mexicanas y mexicanos de 12 a 17 años, viven un año 2020 que hará mella en el resto de sus vidas.
Se quedarán fuera y tal vez no sea por motivos académicos: eso tendría un remedio a la vista. Si bien es cierto que la pandemia acentuó las brechas entre los que tuvieron acceso a tecnologías para la educación y los que no, también lo es que la gran mayoría quedó muy cerca de perder el curso... y algo para todos ideará la Secretaría de Educación Pública, al menos para retomar lo que se dejó pendiente. Lo hará seguramente al reabrir las escuelas.
El problema es que la crisis no es solamente educativa, sino que se da en el marco de una caída económica cuyo final no conocemos aún. Y resulta que muchos de los adolescentes y particu
Es claro que muchos de ellos simplemente no volverán a las aulas
larmente de las adolescentes, alumnos y alumnas de secundaria y bachillerato van a ser requeridos para ayudar a sus familias a sobrevivir.
Más que la falta de clases por un periodo tan largo será la disminución de ingresos familiares la que lanzará a muchos hacia otra dirección. Las chicas adolescentes han sido la solución para resolver las necesidades de la casa: una brecha más que se ampliará contra ellas. Y los chicos andarán quizá en busca de recursos complementarios. Ninguno estará exento de peligros a su integridad física.
El esfuerzo por recuperar en el sistema educativo a los actuales adolescentes durará años, aun cuando ya no sean jóvenes. Hay que levantar la mano desde ahora: preparar programas de toda la vida para el los, sin duda virtuales, que puedan convivir con otras responsabilidades laborales y familiares y que se vinculen claramente con sus necesidades, que serán diversas hasta el límite imaginable.