Milenio

Por amor al arte

- DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com MÁXIMO GORKI El escritor ruso, que acumuló una fortuna gracias a sus libros.

Estoy leyendo un libro titulado El imperio debe morir, de Mijaíl Zigar. Ahí aparecen estas líneas: “El una vez pobretón Gorki no solo se volvió el escritor más exitoso de Rusia, sino también el más adinerado. Junto con su amigo Piatnitski inventó un nuevo modelo literario de negocio. Crearon una sociedad llamada Znanie, mediante la cual los escritores recibían prácticame­nte todos los ingresos de sus obras, en vez de un pequeño porcentaje. Fue un modo revolucion­ario de retribuir a los escritores. Por su primer libro, Znanie pagó al joven Leonid Andreyev 5 mil 642 rublos y 71 kopeks, en vez de los 300 rublos que le había ofrecido el editor Sytin. La enorme suma convirtió de inmediato al pobre periodista en un opulento hombre de letras”.

El escritor, tradiciona­lmente beligerant­e en una ristra de causas ajenas, ha sido bastante pacato en las propias. A pesar de ser la pieza más importante del engranaje literario, se le ha asignado tradiciona­lmente un diez por ciento del pastel; porcentaje que nunca llega a ver, puesto que los editores tienen fama de no reportar correctame­nte las ventas de los libros. Además, es al escritor a quien le pasan factura por cualquier costo agregado.

Pongo mi caso en Francia: la editorial me dice que por tratarse de una traducción, se incurre en más gastos, por lo que, en vez de 10%, me darán solo el ocho. Me informan que en Francia el traductor tiene derecho al 1% de las regalías, cosa que está muy bien, ¿pero quién paga ese porcentaje? Pues el escritor. Así es que me queda 7%. Mi agente, que cobraba el 15%, un día me dijo que “como la situación está muy complicada”, comenzaría a cobrarme el 20%. Me lo cobra sobre el 8% inicial. ¿Cuánto me queda? 5.4%. La hacienda francesa quiere también su rebanada: 30% sobre el 8 inicial. Al final me resta un 3 por ciento. Eso, tratándose de una editorial honesta, pues muchas empresas editoras tienen la mala fama de cometer pillerías, de llevar dobles contabilid­ades, ¿y por dónde comienzan a rapacear? Por el autor, que nunca sabe en verdad cuántos ejemplares se imprimiero­n o se vendieron de su obra.

Habría que cuestionar ese famoso 10% que se toma como una verdad bajada del cielo. ¿Por qué no 20? ¿Por qué no 30? Habría que averiguar qué sabía Gorki que no sepamos hoy.

Lo cierto es que esos asuntos monetarios me agobian hoy porque escribo esto en el día último de mes, y ando completand­o la alcancía para pagar la renta. Luego tendré otros treinta días en que el dinero me tiene sin cuidado y todo lo hago por amor al arte; días en los que poco me importa el 10 o el 3%, mientras tenga vida, ideas, una botella de vino y abundancia de buena prosa.

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