Milenio

Fascismo de extrema izquierda

- RAÚL DEL POZO

Como en la época de Brecht, estamos viviendo tiempos confusos y sombríos. Ya no sabemos quiénes son los buenos, si los de Caballo Loco o los de Cabeza de Plátano. Los antifas y los fachas no son de tribus semejantes, ni lo fueron, aunque quieran meterlos a todos en la misma redada. No es lo mismo invadir Polonia que liberar Berlín. Los primeros han izado la bandera del supremacis­mo blanco y derriban las estatuas de los padres fundadores recordando que algunos tenían esclavos en sus plantacion­es, ocultando que fueron aquellos pioneros de la democracia los que suprimiero­n la esclavitud. El día 1 de enero de 1863, el presidente Lincoln proclamó la liberación de los esclavos. Estos rarísimos activistas hacen una lectura islámica y siux de la Historia, enlutados en el Bloque Negro, con bandera roja y negra, con flechas en sus logos contra la esvástica. Surgieron a puñetazos, enfrentánd­ose con los skins de cabeza rapada que atacaban a los inmigrante­s y a los mendigos. Los antifas tampoco descartanl­aaccióndir­ecta,consuramal­azo anarco, ni los enfrentami­entos con los maderos. Aprenden a boxear en los gimnasios.

Antifasyfa­chassísepa­recenen queambosin­tentanapod­erasede la calle. En España, el nacionalpo­pulismo, que va de antifascis­ta, es la síntesis perfecta de las dos propuestas. Unos dicen: «España, o EEUU, primero», «Contra moros y mongoles, ley y orden»; los otros: «Ni dios ni rey ni amo».

Los antifas han sido la vanguardia en la revuelta que ha incendiado las calles para protestar contra el asesinato de George Floyd a manos de un policía.

No está claro si las dos siglas de la protesta utilizan el desorden desde supuestos parecidos. Según Noam Chomsky, el antifas es un gran regalo para la derecha. Trumpaprov­echalaconf­usión,leshadefin­idocomoel nuevo fascismo de la extrema izquierda. Hizo la revelación en el monte Rushmore, Sinaí de la democracia, envísperas­del4dejuli­o.Enellugard­ondeseescu­lpieronenl­arocadelas­ColinasNeg­raslasefig­iesdelospa­dres fundadores acusó a la nueva revuelta de ir contra la democracia americana. Los quiere fichar, en plan macartista, como organizaci­ón terrorista. «Quieren borrar nuestra historia, ofender a nuestros héroes».

Ardieron los guetos, hubo la Marcha sobre Washington, se firmó la Civil Rights Act, pero la lucha continúa, como cuando los líderes negros en Stanford dijeron: «Hay que acabar con la cultura occidental». La unión de los estudiante­s negros logró que se suprimiera la obligatori­edad de leer a Cicerón, Platón, san Agustín, Dante, Maquiavelo, Voltaire y Marx. Con esa coacción de tipo facha siguen los antifas.

En España, el nacionalpo­pulismo es la síntesis perfecta de las dos propuestas

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