“Los supremacistas blancos y su código con Donald Trump”
@_Maruan
Acostumbrados a la omnipresencia de Estados Unidos, transformada en condición, abandonamos el intento por entenderla. Dejamos de entender nuestra relación con ella. “Un sistema político que parece ineficaz, incapaz de adaptarse al cambio nacional e internacional, y que ha envejecido mal.”, escribió Jorge Castañeda en un libro que acaba de publicarse en México. La frase, sustantiva en Estados Unidos: en la intimidad y a la distancia, refleja una sintomatología.
El aparente desorden encarnado por dos hombres blancos es aparente al mantenerse en la herencia del pecado original norteamericano: su origen esclavista. Castañeda muestra la incapacidad del país por separarse de él. Trump negándose a marcar distancia de los supremacistas blancos es parte de un código. Biden no ignora que los colegios electorales guardan vínculo con ese origen. Orden perverso el de ciertas estrategias. El sistema no estaba diseñado para lo que se convirtió, revisa el libro.
Por las emociones que genera Estados Unidos fuera de sus fronteras, es también posible que la frase de inicio provoque una sonrisa con suficientes argumentos. Sobre todo, después del primer debate presidencial que anticipa las elecciones norteamericanas de este año. Trump es un síntoma. Biden otro, distinto. Aquella sonrisa cargará un problema. Estados Unidos, para mal y para bien, es pensado en el texto como un fenómeno cultural que impregna al resto del mundo.
Estados Unidos es el Occidente expandido. Un artificio que, de tanto imaginarlo, dentro y fuera, se convirtió en real. Castañeda repasa la mitología de una noción que, ante la ausencia de historia, se dispuso a inventarla. De Mark Twain a Kipling, Faulkner, Bryce y Dos Passos. Expone el Estados Unidos que vemos y el que ven los estadounidenses. El país descrito por Tocqueville; nadie como el francés reflexionó sobre su democracia en el XIX. Un modelo que siguió buena parte del planeta. Si su democracia como fenómeno cultural está inmersa en un mal debate, así la de muchos países. No por filias, como por la capacidad de influencia del fenómeno cultural.
Pensar esos síntomas sin acercarse a sus códigos será impreciso. Los de ellos. Los de la mirada a distancia.
Trump negándose a marcar distancia de los supremacistas blancos es parte de un código