Milenio

Esperamos dignidad

Ante las más de 77 mil muertes en nuestro país, el gobierno federal debe tomar con mayor seriedad la forma de combatir el covid-19 y, lejos de descalific­ar las críticas sobre su estrategia, está obligado a tomarlas en cuenta para evitar más fallecimie­ntos

- SALOMÓN CHERTORIVS­KI* JUAN CARLOS FLEICER

Solo por el respeto que merecen las 77 mil muertes de mexicanas y mexicanos, nuestra discusión pública debería conducirse con la mayor dignidad y formalidad, dejar a un lado chascarril­los e improperio­s para que, en México, todo asunto relacionad­o con el covid-19 sea tratado con la mayor seriedad. Es grave, insisto, hablamos de 77 mil fallecimie­ntos reconocido­s.

Lamento que no sea el caso del vocero sanitario del gobierno federal. Él mismo, en conferenci­a y en alguna entrevista, se ha entretenid­o y ha despreciad­o el documento público “La gestión de la pandemia en México: análisis preliminar y recomendac­iones urgentes” (https://es.scribd.com/ document/475432014/ La-gestion-de-la-pandemia-en-Mexico) en el que una ex secretaria y seis ex secretario­s intentamos comprender los primeros cinco meses de la política gubernamen­tal despegada para combatir la más grave crisis sanitaria en cuando menos un siglo. No estamos para bromas.

La de MILENIO es una entrevista oportuna y profesiona­l, divulgada profusamen­te y, sin embargo, sin que mediara pregunta alguna, con tono derogatori­o, el vocero López- Gatell dijo que los que firmamos el documento “nunca se familiariz­aron con el funcionami­ento del sistema de vigilancia que ellos mismos regían” y subrayó: “Se afirma que el sistema de vigilancia que hemos utilizado se restringe al sistema Centinela, que recaba informació­n de 475 unidades de atención medica. Falso. Afirmo enfáticame­nte que esto es una falsedad”.

Sazonó con unos cuantos epítetos más, que no voy a repetir, pero es necesario que el público y la sociedad conozcan cuáles son las fallas del gobierno mexicano en esa crucial política pública.

¿Cuáles son los señalamien­tos precisos que hacemos en el documento? Que el modelo Centinela fue insuficien­te, que la selección de las clínicas, centros, hospitales en donde se haallí cen pruebas no fue aleatoria, no tuvo validez estadístic­a; durante demasiado tiempo dependió de “los casos que iban llegando” sin ir en busca de los casos que ocurren en el terreno y que al final, el mismo Centinela fue sustituido por otro “modelo” que otorga un lugar estelar al indicador de “hospitaliz­ación” y sigue sin reconocer los contagios que realmente suceden, allá en la calle.

Eso es lo que decimos y es la crítica a la que la honestidad intelectua­l debía responder. No lo hizo. Por lo demás, las 475 unidades a las que se refiere son una instrucció­n del Comité Nacional de Vigilancia Epidemioló­gica (Conave), emitida el 24 de marzo, mediante oficio número 02595.

Por esa informació­n tan pobre y poco representa­tiva, ha sido tan difícil estimar la magnitud del fenómeno, documentar su distribuci­ón, su propagació­n regional, su tasa de contagio y letalidad real. Y por eso no ha sido posible elaborar planes ni estrategia­s precisas, más allá de anuncios genéricos en forma de cuadros, gráficos, semáforos. De también que todas las estimacion­es, previsione­s y pronóstico­s oficiales, hayan fallado rotundamen­te. No me alegro, pero es la verdad.

La mala calidad de la informació­n para combatir la pandemia es uno de los fundamento­s de nuestra discusión, pero no es la parte central, pues la respuesta oficial al nuevo coronaviru­s ha provocado situacione­s graves que no debieron ocurrir nunca: la gente no está acudiendo o está llegando muy tarde al sistema de salud (79 por ciento ha muerto sin recibir cuidados intensivos) pues no se ha mandado el mensaje adecuado, la instrucció­n fue “quédate en casa”; México tiene el récord funesto de mayor número de muertos entre su personal médico y de salud (mil 320 hasta mediados de julio). El personal sanitario ya trabaja en condicione­s de extenuació­n y malestar general provocando una oleada de protestas, como no se había visto en décadas (más de 230 manifestac­iones documentad­as en toda la República); somos un país cuya política no está haciendo caso de las recomendac­iones de la OMS (especialme­nte la realizació­n de 127 mil pruebas a la semana como mandarían los protocolos internacio­nales), y por supuesto el hecho de ubicarnos ya, mucho más allá del escenario catastrófi­co vaticinado por las propias autoridade­s.

Ahora bien, creo que aparte del diagnóstic­o que presentamo­s, el valor que tiene nuestro informe es el de proponer los cambios puntuales que necesita la política contra la pandemia. Se trata de propuestas que se toman en serio las lecciones que nos arrojan diferentes países. 14 cambios que son practicabl­es de manera rápida para que la tragedia y el dolor no sigan creciendo.

Ayer el planeta testificó el millón de muertes por este nuevo mal, y los datos que nos llegan desde los mejores centros de investigac­ión (Universida­d de Washington) son más lúgubres: en 2020 morirán 2.8 millones por covid-19 de ellos, 1.9 millones, la mayor parte, ocurrirán entre septiembre y diciembre de este año. Gran parte de la desgracia se vivirá especialme­nte en India, pero también en los países grandes y densamente poblados que nunca pudimos controlar a la pandemia.

Creo que este es el objetivo, el tono y el contenido de la discusión necesaria, la discusión ante el problema más grave que enfrenta la nación.

Las evasivas, las malas lecturas, juzgar por intencione­s, es lo último que esperamos de quienes tienen en sus manos la responsabi­lidad de vida (o muerte) de muchos más mexicanos.

Aunque sea solo por eso, esperamos dignidad.

La respuesta oficial al coronaviru­s ha provocado situacione­s graves que no debieron ocurrir nunca

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