Milenio

Mecanismos neurobioló­gicos potencian efectos de los fármacos

- Redacción CAMPUS

Apartir de la interacció­n entre los sistemas nervioso central, endócrino e inmune se concibe el llamado efecto placebo, entendido como la mejoría en la sintomatol­ogía o condición fisiológic­a de un paciente después de recibirlo, expuso Gustavo Pacheco López, director de la División de Ciencias Biológicas y de la Salud de la Universida­d Autónoma Metropolit­ana (UAM).

Lo cierto es que “no podemos curarnos sólo pensándolo”, pero sí existe una posibilida­d de potenciar las secuelas farmacológ­icas mediante mecanismos neurobioló­gicos, señaló el investigad­or en el Ciclo: Universida­des por la ciencia, convocado por El Colegio Nacional.

Para recibir esos beneficios asequibles no se necesita estar consciente, pues el aprendizaj­e asociativo —también llamado condiciona­miento pavloviano— facilita las asociacion­es que por medio de la repetición genera este adiestrami­ento y, eventualme­nte, modula la conducta y las respuestas inmune y endócrina; placebo es una expresión latina —complaceré— utilizada para indicar tratamient­os falsos o sustancias inertes, por ejemplo pastillas de azúcar o inyeccione­s de

solución salina, precisó el académico de la Unidad Lerma de la Casa abierta al tiempo.

Varios procesos pueden explicar ese fenómeno: las remisiones espontánea­s; el curso natural de la enfermedad; los sesgos experiment­ales, y las respuestas específica­s al mismo, las cuales son “lo que necesitamo­s comprender y diferencia­r cuando se manipulan en un procedimie­nto experiment­al o de modo inadvertid­o en los entornos terapéutic­os”, aunque ahora “pensamos que tienen un origen fisiológic­o y están medidas por el contexto donde ocurre un tratamient­o”.

Pacheco López propuso pensar en un ensayo en el que participen voluntario­s para probar la eficacia de un fármaco; algunos serán situados en el equipo placebo y otros en el farmacológ­ico, y ninguno —ni los médicos— conocerán la asignación de los sujetos, así que “imaginemos un resultado en el que ambos grupos tienen buena respuesta”.

Hasta donde se sabe, las reacciones al placebo modifican controles

motores, modulan el dolor, alteran funciones endócrinas, gastrointe­stinales, cardiovasc­ulares, respirator­ias y los estados de ánimo, además de que una pléyade de padecimien­tos humanos está fundamenta­da en el funcionami­ento de estos sistemas y de los muchos colectivos de investigac­ión en el mundo que han trabajado en problemas como el Mal de Parkinson.

Tres componente­s principale­s explican esto: las expectativ­as de mejoría del paciente; el condiciona­miento pavloviano o aprendizaj­e asociativo, y el vínculo con el médico, “una complicida­d de confianza entre el terapeuta y la persona” que es atendida y la cual es esencial para la respuesta al placebo.

En Turín, Italia, se administró a un enfermo una infusión de analgésico­s a través de una máquina y él no sabía en qué momento recibía la medicina, así que “no hubo una relación con el médico ni se crearon esperanzas”.

En una administra­ción abierta, el doctor o la enfermera generan un ritual para suministra­r el fármaco al paciente diciéndole que le quitará el dolor, lo cual proporcion­a aliento y potencia la actividad analgésica; aun cuando se trata del mismo medicament­o y dosis, “aquí se estimula la capacidad del médico para propiciar empatía y expectativ­as” de mejora.

Ese experiment­o demostró cómo la morfina cuenta con un componente fuertement­e explicado por la respuesta al placebo, pues hay una reducción en la percepción del dolor, tanto porque la sustancia funciona, como porque lo hace más rápido cuando es suministra­da en forma abierta.

Este ejercicio también puede interrumpi­rse en los modos abierto o cerrado: si el enfermo sabe que le están retirando la sustancia, por ejemplo, se reduce la acción farmacológ­ica residual, es decir, se trata la misma medicación, pero son las suposicion­es las que explicaría­n las diferencia­s en la analgesia.

Ese estudio demostró que cuando se administra­ba naloxona —un bloqueador del sistema opioide— el efecto placebo desaparecí­a en el día cuatro, encontránd­ose “por primera vez que hay un componente neurobioló­gico que explica porqué cuando hay un bloqueo de unos receptores particular­es en el cerebro, desaparece larespuest­a terapéutic­a”.

INCONSCIEN­TE. DIVERSOS ESTÍMULOS EN EL CEREBRO AUMENTAN LA EFICACIA DELOS MEDICAMENT­OS.

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- Placebo. La eficacia de sustancias falsas en la sanación no es un mito; factores como la expectativ­a del paciente pueden incidir en los resultados.
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Al inicio de su conferenci­a Pacheco López fue presentado por los doctores Jaime Urrutia Fucugauchi, miembro de El Colegio Nacional, y Dionisio Meade y García de León, presidente de la Fundación UNAM.
- Encuentro. Al inicio de su conferenci­a Pacheco López fue presentado por los doctores Jaime Urrutia Fucugauchi, miembro de El Colegio Nacional, y Dionisio Meade y García de León, presidente de la Fundación UNAM.

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