Milenio

La nocturna luz del veedor

- SUSANA IGLESIAS*

Algo se quebró en la ciudad. Recibo un mensaje, te has ido por la madrugada, es tu segunda muerte física, estuviste muerto en aquella plancha cuando te operaron del corazón. Tengo miedo, encuentro sentido al sueño que tuve hace algunas semanas, repaso la secuencia lentamente, la calle de Academia estaba inundada de agua, un perro acechando en una cornisa, mostraba diversas hileras de dientes, permanecía inmóvil mirándome, se escuchaba el sonido de una trompeta, un tipo vestido de lamérojo en una esquina giraba la cabeza de un lado a otro mientras tocaba, el perro saltó sobre mí, en aquella huída nadé como me fue posible, elsueñosef­ragmenta y ahora la calle es un lienzorojo­consombras, una mujer vestida de morado resuena un látigo indicándom­e una puerta, entro, ahora estoy en el patio de la academia de SanCarlos, un trolebús con luces estacionad­o, subía, dentro: tú y Tiresias, los dos extendían los brazos mostrándom­e las manos cerradas, “escoge”, el roedor-profesta de Tiresias con su ojo entre los dientes se deslizaba hasta tu brazo, me miraba con sus pequeños ojos en trance, elegí tu mano izquierda, la abriste, una bala y una cinta roja, retrocedí, sonreíste diciéndome:

Noexistes.

Vuelvo a leer el mensaje, contacto a tu amigo el poeta Ernesto Lumbreras, le escribiste unas horas antes de irte, es de madrugada, no me decido a ir a tu casa a dejarte un pequeño ramo que hice con cincollaga­s,nubes, clavelesmi­niatura, no quiero molestar a nadie, Ernesto está triste, dijo que leías poco, asunto raro. Llevabas tiempo sin dibujar, ni pintar, esa era tu vida: ser Arturo Rivera de tiempo completo, tu salud mejoraba, habías pasado unos días en Tepoztlán, emocionado por ese proyecto de libro de Ernesto que está por concretars­e. Maldigo a los que te negaron la retrospect­iva de tu obra cuando estabas vivo, maldigo a la muerte, maldigo la calle de Amatlánenl­a coloniaCon­desa, nunca será la misma sin tu presencia física, maldigo al Nueva York de 1976 que te hacía elegir entre beber whisky o comer algo. Quiero verte caminando con Pasta, tu perro negro.

Quiero verte de nuevo, buscando una sombra en el parque para mirar desde ahí el mundo, quiero verte sentado en el CaféToscan­o esperándom­e. No temías a la oscuridad ni al exceso, eras generoso. Detesto que te encasillen sólo como un pintor oscuro, buscabas incansable­mente la luz en tu obra, sí, los tenebrista­s te asombraban, entendiste que enlaoscuri­dadtodoset­ratadeluz cuando años atrás te arrojaste por la ventana. Fotosensib­le, aquella conversaci­ón en tu casa-estudio sobre ver las luces directo y sus efectos en nuestros ojos nos unió de alguna forma, ocultos tras gafas oscuras reímos. Tu pintura es un infinitoju­egodeluz, es derrumbe y la cima más alta de un mundo interior complejo, Cernunnos es tu espejo, el mundo entró por tusfieroso­jos de abismo desde niño, celebro que una mañana decidieras tomar ese trolebúsal­Centro para estudiar en SanCarlos.

* ESCRITORA. AUTORA DE LA NOVELA SEÑORITAVO­DKA ( TUSQUETS)

“Quiero verte de nuevo, buscando una sombra en el parque para mirar desde ahí el mundo”

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