Milenio

Urías: el niño tímido que conquistó el diamante

Carlos, papá de Julio, cuenta cómo vivió el título de los Dodgers y algunos detalles de la vida familiar del pitcher

- JIMENA RODRÍGUEZ

“Mi hijo fue un buen niño, desde pequeño muy tranquilo, serio, poco platicador” comenta Carlos Urías, padre de Julio, pitcher de los Dodgers, para MILENIO-La Afición. “Nada desastroso, siempre con su pelota, bat o manopla y golpeando las paredes. Así disfrutaba la infancia y hasta ahora de grande, sigue siendo el mismo, muy callado, muy alejado del escándalo. Es una gran virtud su forma de ser”, agrega.

Las imágenes acapararon la prensa deportiva: por un lado, Julio en sus lanzamient­os de la novena entrada, en la cual llegó al récord de un mexicano de 13 ponches en una sola Serie Mundial; por otro, envuelto en la bandera de México, riendo de emoción y viendo su celular mientras se comunicaba con su familia, solo unos minutos después de ganar el campeonato.

“Ahí mismo en el festejo en el campo nos habló, se le ve riendo y con la bandera, muy contento, orgulloso, explotamos todos aquí”, cuenta Carlos.

Desde Culiacán, hogar de nacimiento de Julio, su padre –aún extasiado–relata el momento: “Por la situación no pudimos acompañarl­o a los eventos, nosotros de aquí los disfrutamo­s mucho como familia, nos juntamos, tías, hermanos, primos y cada out que hacía. Al final de cuentas con toda la buena vibra de aquí para allá y que bueno que así fue”.

Fueron 32 años de espera, pero tanto Julio Urías como Víctor González fueron claves en el séptimo título de la novena angelina, que desde 1988 no conquistab­a la Serie Mundial. Víctor y Julio abanicaron en conjunto a siete de los 11 bateadores que retiraron en fila en 3.2 entradas de relevo, pero el número 7 de los Dodgers fue el séptimo pitcher que cerró el decisivo juego.

Su look es peculiar en la Gran Carpa, no todos los peloteros utilizan lentes. Si bien hubo años en que sufrió burlas por tener el ojo izquierdo más pequeño, el cariño de su familia fue clave en su desarrollo atlético donde se tuvo que someter a cirugías por el tumor benigno que lo acechó.

Esto no le impidió convertirs­e en el lanzador más joven en debutar en la MLB desde 2005 y en el décimo cuarto más joven en los Dodgers. Si bien no esperaba su estreno tan pronto, al primero que llamó en efecto fue su padre, quien lloró con él de la emoción. Siempre presente en los mejores momentos de su carrera, su familia no lo pensó dos veces e hizo el viaje para el debut. No hay temporada a la que hayan faltado en sus visitas hasta este 2020.

Su padre, como parte de un sindicato de maestros donde entrena niños, y su madre, asistente y maestra en un centro de bebés, siempre encuentran tiempo.

“Nunca rendirte”

“Él regularmen­te viene cada año de acuerdo al descanso y a comer. Le digo que es de buen diente. De comida es bueno pa’ todo. Aquí en Sinaloa el marisco es lo tradiciona­l y son sus platillos favoritos. En casa con su mamá le gusta sus tortillas de harina hechas a mano, frijoles puercos y carne asada y de su abuela un pozole, el otro platillo fuerte de él”, cuenta Carlos Urías, que bien conoce a su hijo de 24 años, así como el significad­o de alguno de los tatuajes que se ha hecho en los últimos años.

La frase “Nunca rendirte” se la hizo ocho meses después de su cirugía en el hombro y ha declarado que la tiene como un recordator­io de seguir trabajando aunque parezca que las cosas no van a salir, ya que su recuperaci­ón no fue sencilla. También tiene en el brazo a San Judas Tadeo, ya que Julio es muy religioso e incluso en cada visita aún va a la

“Así disfrutaba la infancia y hasta ahora de grande sigue siendo el mismo, muy callado, muy alejado del escándalo”

“Él regularmen­te viene cada año de acuerdo al descanso y a comer. Le digo que es de buen diente. De comida es bueno pa’ todo”

“Por la situación no pudimos acompañarl­o a los eventos, nosotros de aquí los disfrutamo­s mucho como familia” Carlos Urías

Papá de Julio

iglesia y deja su ofrenda.

No hay manera en que un padre no se pueda sentir orgulloso ante una carrera deportiva de tan rápido ascenso como la de Julio. “Completame­nte, desde las emociones que nos dio desde los 5 años, los logros de equipos, llamado a Selección Nacional, Panamerica­nos. Siempre hemos estado orgullosos de él y que cada año crece más y nos sigue dando regalos. El proceso que hizo para llegar, fue ascendiend­o muy rápido, hemos disfrutado la vida de mi hijo”, concluye Carlos Urías.

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Julio Urías fue clave en la Serie Mundial.
ESPECIAL REUTERS Carlos, su hijo Julio y Óliver Pérez. Julio Urías fue clave en la Serie Mundial.
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