Milenio

La molestia presidenci­al con Bartra

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Ajuzgar por las reacciones del Presidente, la mirada de Bartra lo irrita como pocas. Se debe, creo, a que Bartra lo cuestiona desde la izquierda para decirle que su gobierno no es de izquierda, ni es transforma­dor, sino restaurado­r.

El gobierno de López Obrador, para Bartra, es un gobierno populista conservado­r, cuyo propósito es volver al nacionalis­mo revolucion­ario priista: un gobierno que se dice de izquierda y progresist­a, pero es de derecha y conservado­r.

Este es uno de los leitmotiv del nuevo libro de Bartra, al que me referí ayer: Regreso a la jaula. El fracaso de López Obrador (Debate).

Recordó el Presidente en una de sus conferenci­as que Bartra es un intelectua­l de izquierda al que admiraba en sus tiempos de estudiante universita­rio. Admiraba también la revista Historia y sociedad, revista excelente, a juicio del Presidente, cuyos editores eran el propio Bartra y Enrique Semo, un intelectua­l de izquierda seguidor del mandatario.

La filosa memoria autocrític­a de Bartra recuerda aquellos tiempos de otro modo, como unos tiempos de los que había que salir. Y recuerda la revista que menciona el Presidente como una especie de enclave ideológico soviético: una “revista que originalme­nte se publicaba con textos que enviaban traducidos desde Moscú los historiado­res soviéticos latino americanis­tas” (Regreso a la jaula, p. 19).

Tiene razón el Presidente cuando dice que Bartra “se cansó de ser lo que era”, de pertenecer a aquella izquierda arcaica — Bartra fue cambiando hacia el euro comunismo primero y hacia la social democracia después, en un trayecto abierto, público, de crítica y auto crítica intelectua­l, que puede seguir se en su obra.

Es el Presidente quien parece no haber cambiado nada respecto de aquellos tiempos, es él quien no se ha cansado de ser lo que era, en el entendido de que nunca fue un estudiante de izquierda, ni miembro de un partido de izquierda, ni un político de las izquierdas de su tiempo.

En los tiempos en que admiraba Historia y sociedad, el Presidente era un priísta. Quizá lo que le molesta al Presidente de la mirada de Bartra es que le dice que sigue sin ser un político de izquierda, que ha cambiado de siglas y de partido varias veces, pero sigue siendo in pectore el priísta que era.

El Presidente nunca fue un político de las izquierdas de su tiempo

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