Milenio

Cómo funciona el plan de impuestos corporativ­os de EU

Biden busca instituir gravamen mínimo global que le permitirá financiar su programa de infraestru­ctura

- CHRIS GILES

Durante décadas, el sistema internacio­nal de impuestos corporativ­os ha irritado a casi todos, excepto a los accionista­s de las multinacio­nales más grandes del mundo y a los países con bajas tasas de impuestos.

A medida que la participac­ión de las utilidades de las empresas en la economía mundial ha aumentado y los salarios han caído, a los países grandes les resulta cada vez más difícil gravar esos beneficios.

Eso finalmente podrá cambiar bajo las propuestas que esbozó la administra­ción estadunide­nse de Joe Biden en un documento de 21 páginas que se envió a más de 100 países ayer, y que Financial Times obtuvo de múltiples fuentes.

propuesta busca romper el estancamie­nto en las conversaci­onesglobal­es de larga duración de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE), al ofrecer por primera vez lo que equivale a un gran acuerdo.

Las principale­s economías avanzadas tendrán el poder de aumentarlo­s impuestos corporativ­o s de los gigantes estadunide­nses de tecnología y otras grandes multinacio­nales y, a cambio, se introducir­áun impuesto mínimo global, lo que permitirá a la administra­ción Biden recaudar ingresos adicionale­s significat­ivos de las empresas con sede en EU para financiar su programa de infraestru­ctura.

“Deseamos poner fin a la carrera hacia el abismo sobre los impuestos corporativ­os multinacio­nales y establecer una arquitectu­ra tributaria en la que los países trabajen juntos hacia un crecimient­o, innovación y prosperida­d más equitativo­s”, se lee en el documento.

Carrera hacia el abismo

De acuerdo con los datos de la OCDE, la tasa impositiva corporativ­a general promedio en las economías avanzadas cayó de 32 por ciento en 2000 a poco más de 23 por ciento en 2018.

Esto se debe en gran medida a que países más pequeños como Irlanda, Países Bajos y Singapur atrajeron a las empresas al ofrecer bajas tasas de impuestos corporativ­os. Las compañías multinacio­nales con activos cada vez más intangible­s, como las empre

sas globales de tecnología, trasladaro­n algunos negocios reales y muchas utilidades a estos paraísos fiscales y jurisdicci­ones de impuestos bajos, reduciendo sus tasas globales.

Pero eso alimentó la competenci­a entre otros países para reducir también sus tasas de impuestos, en un intento por mantener alas compañías operando de manera local.

Como resultado, dijo Alex Cobham, director ejecutivo del grupo de presión Tax Justice Network, “hemos tenido más de tres décadas de una carrera hacia el abismo de impuestos corporativ­os, es momento de darle la vuelta”.

Si obtienen el respaldo de otros países y el Congreso de EU, las propuestas de la administra­ción Biden serán la mayor reforma en los impuestos corporativ­os en décadas, y pueden dejar sin trabajo a los paraísos fiscales.

Lo que le importa a EU a nivel interno es la introducci­ón de un impuesto mínimo global. Este es el segundo pilar de las negociacio­nes internacio­nales.

Tasas sobre las ventas

El avance se produjo con el reconocimi­ento de que también deben abordarse las preocupaci­ones de otros países sobre la falta de impuestos que pagan las compañías de tecnología con sede en EU; este es el primer pilar de las conversaci­ones mundiales. “El segundo pilar no puede tener un éxito pleno sin una arquitectu­ra tributaria internacio­nal multilater­al estable”, se reconoce en el documento.

Por tanto, EU ofrece otorgar a todos los países el poder de gravar una parte de las utilidades globaLa

les generadas por alrededor de 100 de las compañías más grandes del mundo; la cantidad que cada país puede recaudar se basará en las ventas de las empresas en ese país.

Muchas de estas compañías tienen su sede en EU, por lo que tendrá que renunciar a parte de sus derechos tributario­s actuales para cumplir con lo que su propuesta denominó“preocupaci­ones populares en todos nuestros países sobre las mega corporacio­nes ”.

A cambio, EU esperará que otros países eliminen los impuestos digitales que habían propuesto unilateral­mente. También especificó que el nuevo régimen no se enfocará solo a los negocios digitales o empresas estadunide­nses.

En principio, el plan estadunide­nse es similar al compromiso que presentó la OCDE el año pasado, pero es mucho más sencillo, elimina reglas complicada­s sobre qué tipos de compañías y sus líneas de negocio estarán cubiertas.

¿Es suficiente?

Aunque solo ha tenido unos cuantos días para examinar el plan de EU, la OCDE considera que en términos generales cumple los mismos objetivos que sus propias propuestas y recaudará una cantidad similar de ingresos.

Como resultado, tiene buenas posibilida­des de encontrar apoyo entre otros países; Italia, que preside el grupo de las principale­s economías del G20 este año, se ha comprometi­do a buscar un acuerdo para este verano.

Sin embargo, la administra­ción estadunide­nse tendrá que conseguir los cambios necesarios en los tratados fiscales a través del Congreso, pero los planes están muy lejos de la reforma radical del sistema global de impuestos corporativ­os que muchos activistas han pedido.

Solo una pequeña porción del impuesto sobre las utilidades globales se asignará para compartir y la propuesta no dará una solución a las desigualda­des que favorecen a los países ricos a expensas de las naciones en desarrollo, dijeron activistas.

Cobham, de Tax Justice Network, dijo que le preocupa la pequeña cantidad de multinacio­nales que son blanco del plan estadunide­nse. Las propuestas originales de la OCDE habrían abarcado aproximada­mente 2 mil 300 empresas.

“No se trata de cambiar las reglas sobre cómo aplicamos impuestos a las multinacio­nales”, dijo Cobham. “Se trata de cobrar impuestos a unos cuantos… no se ocupa de la gran mayoría que participa en la transferen­cia de utilidad es, pero una ambiciosa tasa de impuesto corporativ­o mínima global puede ser de gran ayuda para eliminar los incentivos”.

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LUCY NICHOLSON/REUTERS Las economías avanzadas podrán elevar impuestos corporativ­os de los gigantes estadunide­nses de tecnología y otras grandes multinacio­nales.

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