Maruan Soto Antaki
“Vetos e insultos son ajenos al lenguaje democrático”
El autoritarismo mexicano se escuda en la tradición nacional del eufemismo. No somos ajenos al tiempo donde el poder hegemónico permitía tanta crítica como le fuese necesaria para maldisfrazar de democracia sus pulsiones y manifestaciones autoritarias. Vemos cómo esas pulsiones pierden sus contenedores en la exaltación de la popularidad y el arrabalerismo. Es tan frágil la línea que separa las pulsiones autoritarias del ejercicio autoritario del poder, que la única forma de evitar dudas sobre el último es rechazar las primeras. Vetos, insultos y amenazas nunca han sido parte del lenguaje democrático. El triunfo de la neolengua es hacer creer que la ampliación de dichas pulsiones es normal. Hay un fracaso histórico en suponer que la conquista del poder a través de las urnas es suficiente antídoto para que un gobierno no sea autoritario. Así, quien cree que la defensa de la democracia pasa por los militares no entiende nada de democracia ni de militares. El presidente señala como atentado a la democracia una decisión del órgano colegiado en la materia, pero es incapaz de condenar la amenaza a la integridad de sus miembros a voz de los propios. La lógica que busca disculpa de la amenaza en lo dicharachero, es la misma que pide aceptar como halago el acoso sexual y como crítica el insulto.
El autoritarismo mexicano se escuda en la tradición nacional del eufemismo
Es saña y no confusión el equiparar la interpretación de la ley con su relativización. La insistencia en ver a la falta como una cuestión de centavos es tanta como se quiera hacer permisible. Arraigos de la política mexicana; donde robar poco no es robar, donde unos muertos no son tragedia porque siempre se podrán morir más. Abrazo a la mediocridad institucionalizada para lo disfuncional. Todo ejercicio del poder tiene pulsiones autoritarias, éstas se contienen a través de la aceptación de las reglas que les evita convertirse en ejercicios autoritarios. Sin ética, la ley se pude modificar para aplicar acciones autoritarias. Sin apego a la ley no existen posibilidades democráticas. Instituciones y formas componen lo tangible e intangible del gobierno del diálogo. Renuncia del presidente en la promesa del veto al que tiene derecho; exhibición de su incapacidad para hacer política.