Milenio

Ni que fuera la primera vez

- LUIS PETERSEN FARAH luis.petersen@milenio.com

Son las palabras las que provocan incendios. Las intencione­s inferidas, las acusacione­s imaginaria­s, sobre todo las amenazas. Muchas veces ha pasado que las distintas salas del Tribunal Electoral regresan las decisiones al INE o a sus organismos locales. Y ha pasado también que el árbitro insiste en su decisión y entonces el Tribunal tiene la última palabra.

Veremos qué dice esta vez: todo indica, por la argumentac­ión entregada al regresar la bolita, que verá desproporc­ión en la sanción inicial o argumentar­á que por encima de la norma aplicada hay derechos constituci­onales imposibles de subordinar. Tampoco esto es novedad, ni es la primera vez que las decisiones del árbitro hacen evidentes las fallas del conjunto de leyes que forman esta enorme finca de adobe y de palitos que es la democracia nuestra, construida sin planos y en pleno movimiento por la autoridad en turno: sus leyes requieren de interpreta­ciones y ajustes con cada elección y sus procedimie­ntos son cada vez más complicado­s para satisfacer lo que se va consideran­do una necesidad.

Enotraspal­abras,elpasteles­elmismo.Elproblema es el betún que le embarran desde todas las posiciones políticas. El escandalos­o asunto de los aspirantes Morón y Salgado Macedonio tomará su lugar como tema jurídico y el segundo personaje deberá comerse sus palabras, si es que aún es posible.

El juego del Presidente es también excesivo. No hay ningún atentado a la democracia mientras no se acabe el proceso en los tribunales. Pero él insiste en descalific­ar desde el poder: “No es exagerado lo que dije, es un atentado ala democracia. Puede que no nos guste un personaje, hombre o mujer. Pero no pueden fabricar se delitos. No puede haber venganza ”. Sus palabras contrastan con su propio silencio ante las amenazas a los integrante­s del Consejo del INE por parte del cada vez más suyo aspirante al gobierno guerrerens­e. Hace campaña y aprovecha para ir dejando en la memoria registro de las limitacion­es institucio­nales que él ve, para cuando sea el momento de plantear una reforma.

El INE no llena sus expectativ­as y tal vez tenga su parte de razón. La relación del Instituto con los partidos políticos ha sido siempre complicada. Y los gobiernos de todos niveles que han salido de ahí han quedado a deber en muchos sentidos. Pero es lo mejor que tenemos para ponernos en el camino de la democracia. Hay mucho por seguir cambiando, solo que eso se hace poco a poco para no arriesgar lo que se ha hecho hasta ahora. No es democrátic­o tirarlo al barranco, es imposible que salga de ahí otro nuevo. Ni siquiera hay una idea de cómo suplirlo.

La prisa hay que aplicarla en otras partes. En el país que AMLO y Morena recibieron hay una lista de cosas urgentes de transforma­r. Muchas. Pero ahí no está el INE. Lo único que logran con esto es dar la razón a los que auguraban, por motivos que aún creo erróneos, el fracaso del país bajo la 4T; a los que han visto, con una bola de cristal empañada, a AMLO como un autoritari­o potencial y que ahora gritan se los dije.

No es el INE el que amenaza la democracia. Es la falta de resultados en los gobiernos y de proyectos en los opositores. Son las intencione­s inferidas, las acusacione­s imaginaria­s…

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