¿Quieres ganar el doble? ¡Vota PT!
Recorriendo las calles de Morelia, una de las más hermosas ciudades de este país, vislumbro los grandes anuncios —“espectaculares”, les dicen, en otra de esas transmutaciones de adjetivos en sustantivos que tan burdamente fabricamos aquí— que los partidos políticos están colocando hasta en los más remotos rincones del territorio nacional. Aparecen, sobre todo, rostros de candidatos pero también figuran eslóganes y leyendas para testimoniar la consabida idolatría a los dogmas partidistas. Pues, miren, el Partido del Trabajo (PT) se distingue particularmente en el apartado de las promesas electorales: un gran cartel reza “duplicar los salarios” —así, a la torera nada más— y otro, más adelante, avisa de algo muy parecido pero lo formula de diferente manera: “aumento de100 por ciento al salario mínimo”.
No sé, señoras y señores, si algunos votantes se dejarán engatusar con tan desaforadas promesas. La estrategia de los propagandistas del PT sería, en este sentido, declaradamente ofensiva en tanto que nos están tomando por idiotas a los estadounimexicanos. Pero, caramba, si ellos mismos se lo creen —lo de que los sueldos se puedan duplicar de la noche a la mañana así nada más— y si esa fe en el calibre de sus capacidades es sólida, pues entonces no estaríamos hablando ya de que son meramente timadores sino gente peligrosa. Amenazadora en el terreno económico, esto es, no de que vayan los petistas a salir a destrozar mobiliario urbano o dedicarse a la extorsión.
Desde luego que sería una buena cosa que los trabajadores ganaran lo mismo aquí que en Dinamarca (el modelo de sociedad al que aspira la 4T; que diga, el sistema que ya pretende ser, hoy día, por lo menos en el apartado sanitario). La cuestión es que el tema salarial es muy complicado. La economía no funciona a punta de decretazos ni de voluntarismo sino que tiene unas inmutables leyes propias. Un ejemplo: la pavorosa peste negra del siglo XIV causó tal mortandad que la fuerza laboral comenzó a escasear en el Viejo Continente. ¿Resultado? Subieron los sueldos al incrementarse sustancialmente la demanda de trabajadores. Es, sin duda, uno de los peores ejemplos de cómo operan las fuerzas del mercado. Pero, no estaría de más que se enteraran los mentados petistas.
La economía no funciona a punta de decretazos ni de voluntarismo, sino con leyes propias