El mensaje en la botella
El anuncio se volvió una franquicia que después protagonizaron Zico y Maradona
Durante décadas, los anuncios de Coca-Cola representaron un fenómeno televisivo convirtiéndose en el sueño de todo publicista. Los estrenos de la marca en temporadas navideñas, veraniegas, festivales musicales y, sobre todo, los grandes eventos deportivos, asociaban el tradicional refresco con momentos de consumo emocional.
Cada uno era acompañado con jingles y slogans que se volvieron parte de un lenguaje popular en los años ochenta y noventa: “La chispa de la vida”, “Disfruta Coca-Cola y una sonrisa”, “CocaCola es la Ola del Mundial”, “Siempre Coca-Cola”, y varios más.
Con el tiempo, la transformación cultural, los nuevos hábitos de consumo, los diferentes estilos de vida y los drásticos cambios en regulaciones, motivaron a cientos de compañías a diversificar sus productos y modificar su comunicación. Para mí, Coca-Cola, más que un refresco, siempre fue una sensación: ver sus “antiguos-nuevos” anuncios en televisión significaba el arranque de unos Juegos Olímpicos o la víspera del Mundial. De todos ellos, recuerdo con cariño una versión que empezó protagonizando el legendario liniero de los Steelers, Mean Joe Greene. Apaleado, derrotado y adolorido, el defensivo salía del campo por el túnel mientras un niño le decía que era el mejor ofreciéndole su Coca-Cola. Greene aceptaba bebiéndola de un sorbo y regalándole su jersey. El anuncio se volvió una franquicia que después protagonizaron Zico en la versión portuguesa y Maradona en castellano. Inolvidables son los spots previos al Mundial de España 82 que proponían un movimiento alrededor de un balón, y los de México 86, donde el Azteca se movía con la ola de la Selección.
Cuando Cristiano, con ínfulas de superioridad moral minimizó una botella de Coca-Cola en rueda de prensa, debieron explicarle que esta compañía con sus históricas inversiones en patrocinios deportivos, ha sido fundamental en su desarrollo.