Percepción y realidad, ¿se alinean?
La certeza de vivir en un entorno seguro resulta no de factores como las estadísticas delictivas, sino de la conversación colectivadondeestándepositadasyentrelazadas experiencias recientes y tan pretéritas comolasdelaadministraciónprevia,asícomotansesgadas como las de nuestra posición política o partidaria.
Disminuir la sensación de riesgo en una metrópoli como Ciudad de México requiere ciclos al menos anuales,sobretodosireconocemosquelasinterpretacionessefortalecenodisminuyencondatos,informaciones y prejuicios transmitidos de boca en boca entre integrantesdediversosnivelescomunitarios,familias, comunidades laborales y profesionales, por ejemplo.
La percepción de seguridad, rigurosamente medida desde hace tiempo por el Inegi, alcanza el mejor nivel en cinco años y coincide con la reducción — también significativa— de delitos de alto impacto en CdMx, una alineación de indicadores que pocas veces se presenta y que, alcanzarla, puede llevar varios meses e incluso años.
La confluencia positiva de datos y percepción es un hecho estadístico y una variable de lo real. Ambas mediciones hacia la misma tendencia representan el reconocimiento visible de la ciudadanía respecto de acciones, entre las que destacan voluntad política convertida en eficiente operación policial de inteligencia que ha desembocado en la detención de un centenar de generadores de violencia de alta peligrosidad integrantes de diversos organismos delictivos.
En vía pública, casas y comercios hubo 19 mil 172 víctimas menos por delitos de alto impacto durante los primeros nueve meses de este año, en comparación con el mismo periodo de 2019, de acuerdo con el reporte del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de Ciudad de México. La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi indica que en CdMx la percepción de seguridad mejoró 9.3 puntos porcentuales entre septiembre de este año y el mismo mes de 2019, que en los hechos alinea ambas tendencias. Legítima, pero no científicamente; hay voces que minimizan los resultados y los atribuyen —ya sea por antagonismo ideológico, partidista o simplemente personal—alapandemia,sintomarenconsideración que la misma emergencia sanitaria impactó en todos los estados y municipios del país y los resultados en seguridad son heterogéneos.
En la capital nacional llaman la atención los indicadores de Iztapalapa, el segundo municipio más poblado de México y el primero en la ciudad, donde en números brutos dejaron de cometerse 3 mil 567 delitos de alto impacto en el periodo enero-septiembre de este año, en comparación con el mismo de 2019.
Esa cifra representa incluso más de los delitos de alto impacto registrados en cualquiera de las otras 15 alcaldías de CdMx. La alcaldía encabezada por Clara Brugada presenta también una mejoría de ocho puntos porcentuales en la percepción de seguridad.
En términos generales, la ciudad gobernada por Claudia Sheinbaum presenta una reducción de 44 por ciento en delitos de alto impacto y una mejoría de 9.3 puntos porcentuales en la sensación de seguridad. Si hay equilibrio habrá reconocimiento de la alineación positiva de datos y percepciones.
Ciudad de México presenta una reducción de 44 por ciento en delitos de alto impacto