El autor y su lugar en este mundo
La guerra y el amor suelen ser compañías permanentes en la literatura de Arturo Pérez-Reverte. Están presentes en su novela más reciente, (Alfaguara, 2021), un relato basado en hechos reales y que tiene como fondo la bahía de Algeciras y Gibraltar, en la que hasta el subtítulo representa buena parte de la búsqueda: “Una historia de amor, mar y guerra”.
“El amor es más o menos convencional, todos tenemos una experiencia que podemos interpretar: por poco lúcido que seas, por poca vida que hayas tenido, el amor lo entiendes, lo comprendes, lo disculpas, puede ser por su fin o por su principio.
“La guerra es otra cosa: para mí fue una escuela de lucidez. Nunca amé a la guerra, no disfrutaba en la guerra, lo que pasa es que ahí aprendí a mirar al ser humano, porque en la guerra los barnices sociales, las estructuras que el hombre ha creado como protección para su propia naturaleza malvada o bondadosa, depende de los casos, se van al diablo”.
Durante el lanzamiento de la novela, el colaborador de MILENIO reconoció en la guerra a una especie de escuela de vida, por eso se aparece en su literatura, ya sea como un mecanismo o como una referencia, tan solo porque en un día podía aprender cosas que hubiera tardado diez años o toda una vida en aprender.
“Me dejó una impronta tan intensa que su presencia es evidente en mi territorio, la guerra tiene que aflorar de una u otra forma, lejana o próxima, subyacente o evidente. En el ser humano brota lo elemental: supervivencia, depredación, alimentarse, sobrevivir; al mismo tiempo, detrás tienes lecturas que te permiten identificar muy bien esas cosas: hace al ser humano comportarse en la guerra cuando tiene un arma, cuando puede matar impunemente. Te das cuenta de lo que hay de tenebroso y de luminoso en el mismo ser humano”.
Si bien en sus novelas hay historias de amor, casi siempre las deja abiertas, porque desconfía del “fueron felices”, cuando después puede venir la traición, la infidelidad, el cansancio, la enfermedad, un montón de factores: “Esta vez quería hacer una historia de amor compacta, redonda, con un final feliz, y es justamente el desarrollo de ese enamoramiento lo que constituye el hilo dorsal de la historia.
“Sin embargo, la guerra forma parte de mi vida y debo decir que me quitó muchas ingenuidades, muchas inocencias, muchas palabras que escribía con mayúscula, y me dejó cuatro o cinco palabras fundamentales en las que ahora me apoyo, en las que se basa mi trabajo y mi vida, y con las que envejezcodeunamanerarazonable”.
es una novela vista como un homenaje y un retorno a una región importante para Arturo Pérez-Reverte: “Mi patria de verdad no es España, es el Mediterráneo”, dice el narrador, quien sostiene su interés por esta región del mundo por los tres mil años de memoria cultural, en cuya constitución participó España, con lo cual también se convierte en una manera de entender a la patria hispanoamericana.
“La novela arranca de mi cercanía sentimental, cultural y emocional con esa patria mediterránea”, aseguró.