La prensa, el poder y la escalera
En un tiempo en el cual la crítica es vista como atentado contra el proyecto de la mal llamada cuarta transformación y algunas organizaciones y periodistas son considerados incluso traidores a la patria por sus señalamientos contra instituciones y funcionarios públicos, los profesionales del elogio gozan de cabal salud y se multiplican, sobre todo en las redes y los medios oficiales, con sus dogmas y sus consignas, con su cursilería o sus chistes ramplones. O con sus sesgadas preguntas en las conferencias matutinas en Palacio Nacional, desde donde ruedan las descalificaciones a la prensa hasta el último peldaño del poder en México.
En la escalera de la intolerancia, el primer mandatario se hace cargo de los periodistas más influyentes. De alguna manera, por su prestigio y sus audiencias, estos tienen un blindaje del cual carecen otros profesionales, como la veracruzana Sarah Landa Castillo, intimidada por el gobernador morenista Cuitláhuac García por haberle hecho una pregunta sobre el ahora invalidado delito de ultrajes a la autoridad, utilizado para encarcelar a sus enemigos y limitar la libertad de expresión. O como los reporteros a quienes Jesús Estrada Ferreiro, alcalde de Culiacán, también de Morena, llamó “pendejos” por haberse atrevido a interrogarlo sobre su polémica declaración: “la mujer misma propicia que le hagan daño porque no hace caso a las recomendaciones (de las autoridades)”. Envalentonado, además de insultarlos les advirtió: “Me vale madres lo que sigan publicando”.
En este enrarecido ambiente, en ocasiones los periodistas proceden extrañamente apacibles ante las ofensas. Por eso resulta digna de elogio la actitud de los reporteros oaxaqueños, quienes, cuando en una conferencia de prensa Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, intrigaba: “algunos mercenarios de los medios de comunicación que se hacen llamar periodistas, no están ejerciendo…”, lo interrumpieron con silbidos y gritos exigiéndole respeto a la prensa. Eso es todo, piensa el cartujo, en este país donde tantos periodistas han muerto, exigirles respeto a los poderosos, ahora y siempre.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
Los profesionales del elogio gozan de cabal salud y se multiplican