Milenio

No se tentarán el ama

- EMILIANO PÉREZ CRUZ*

¿ Qué urbanita conoce una mula?

En apariencia, nadie. Pero ala entrada del metro, en la madrugada, cuando los guardias esperan el silbatazo para abrir las rejas y permitir el acceso a la multitud de mujeres que ansiosas esperan para dirigir sea su centro de trabajo, es frecuente escuchar: —¡No empujen, parecen mulas!

Como si les hubieran dicho: acometan, allanen, asalten, entren, prorrumpan, abran cancha que ahí les voy…

Y cómo podría ser de otra manera, si como dijo Vicente Guerrero: la panza es primero, y el que no trabaja no come, si llegas tarde te descuentan el sueldo o te regresan a casa con castigo de tres días o de plano estás despedida, porque como dice la canción: ya otra ocupa tu lugar…

Las mujeres de la periferia saben esto y por eso se abren paso a como dé lugar, levantan la chancla que se les zafa, se olvidan de los dolores, arremeten con fiereza, responden a las agresiones, encaran a los que se cuelan en sus filas:

—¿Usté qué hace aquí? ¡Lárguese o lo desagüevam­os: cúchila!

Sí hay quien le teme al lobo. El aludido ahueca, pone sanadistac­ia de por medio, para qué arriesgarl­e. Las mujeres imponen y para qué cucarlas. Obreras, oficinista­s, dependient­as, vendedoras ambulantes, estudiante­s, de todo se aglomera en la sección Mujeres a la entrada del metro y no se tentarán el alma con tal de llegar puntuales a su destino.

No faltan aquellas que se prenden a la reja y la zangolotea­n con desesperac­ión, se abren espacio a como dé lugar porque el reloj checador, implacable, sigue su marcha y causa angustia, quebranto, y en balde será la otra vuelta de tuerca rutinaria que es la desmañanad­a, el baño de ovalito, vestirse a toda velocidad al tiempo que se arrea los chamacos para que se despabilen y preparen para irse a la escuela, cuidadito y olviden la tarea, ¿ya echaron el desayuno a la mochila?, no quiero que me reciban con quejas y más quejas o reportes porque no hicieron lo que les ordenaron; póngase vivos, que la vida no se detiene y si puede nos apachurra y despanzurr­a, muevan esas manitas…

—¡Abran, abran, abran! —corean las mujeres—. ¡Abran, abran!

Ya despacharo­n al marido, encaminaro­n a los escuincles, checaron que las llaves del gas estén cerradas, dejaron la bandeja con las sopas al perro, pidieron a la vecina echarle un ojo a la casa, ya ve cómo se han soltado los cacos por este rumbo, no vaya a ser la de malas que nos vacíen lo poquito que tenemos…

Ya instaladas en el vagón se darán tiempo para la manita de gato: con una cucharita cafetera rizan las pestañas, aplican rímel, delinean los párpados, aplican el lápiz labial, sacuden invisibles pelusas de la vestimenta, están atentas a la estación de transbordo porque ahí también los empujones se ponen de a peso:

—Antes de entrar dejen salir, permitan el descenso, permitan el descenso…

Una cosa son las indicacion­es por los altavoces y otra la realidad real. El que no trabaja, no come: el que no empuja, no sale. Siendo así, no hay más que aplicarse, con enjundia, decididas, a sabiendas de que no hay enemigo pequeño, que el que no chilla no mama, duro-duro.

–¡Qué no oyen que no empujen? ¡Adelante hay niños, no sean bestias!

–¡Qué no empujen, parecen mulas!

Sí hay quien le teme al lobo. El aludido ahueca, pone de por medio...

* ESCRITOR. CRONISTA DE NEZA

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico