Nazaret desaliñada
Nazaret. Las calles suben y bajan, estrechas, en un zigzag de dimensión caótica. Es una ciudad árabe y no hay forma de soslayarlo. Casas con pisos y más pisos por los casamientos de los hijos varones que van recibiendo su espacio, otras en eterna construcción y negocios, muchos negocios. Una visión es irrefutable: el sitio está descuidado y aparece distante, a años luz, de la historia bíblica que la acompaña y de la veneración por sus antiguos protagonistas.
En una colina despunta la Basílica de la Anunciación, levantada donde se cree que el ángel Gabriel enteró a María de que tendría un hijo y también donde se dice que estaban la casa y el taller de José el carpintero, cuyas huellas arqueológicas son apenas visibles en una limitada zona. En el atrio se multiplican afiches de la Virgen con sus diversas identidades y las banderas de los países que le rinden pleitesía y en el estacionamiento principal no falta un Mercedes Benz con distintivo amarillo y blanco del Vaticano.
Sin embargo, fuera de ese templo y su gran cúpula, la mítica ciudad del cristianismo está descuidada, con malos olores en no pocas calles y con una antigua fuente, en la que se dice que María lavaba y acarreaba agua junto con su pequeño Jesús, expuesta a cualquier peatón y con basura amontonada en sus costados. En México ponen altares con la Virgen para evitar que alguna esquina se convierta en tiradero y aquí amontonan las bolsas de desperdicios en el histórico lugar.
No está de más llamar la atención sobre el vehículo de referencia, porque la situación de Nazaret nada tiene que ver con la fastuosidad del Vaticano, donde no hay un detalle fuera de lugar, con su gran Capilla Sixtina y sus salones inmensos, esculturas y la gran Plaza _de
San Pedro, donde los fieles veneran a Jesús y a su madre. Siendo evidente que ni judíos ni musulmanes tienen interés en esa tradición, acaso la Iglesia católica debiera interceder ante Israel, así fuera solo para rehabilitar los escenarios bíblicos de esta ciudad desaliñada.
La mítica ciudad del cristianismo está descuidada, con malos olores en no pocas calles