¿No queremos inversión extranjera directa?
La pregunta es pertinente toda vez que la actitud del Presidente frente a este tema es francamente preocupante; en México la inversión privada nacional y extranjera está estancada desde que entró la presente administración. Lo que sucede no es una casualidad, por algún extraño motivo el primer mandatario ha asumido una actitud hostil ante los inversionistas mexicanos y extranjeros, que al amparo de las leyes mexicanas invirtieron cantidades muy importantes de dinero en actividades ligadas a temas energéticos, ya sea de generación de energías limpias u otros más sencillos como distribución y transporte de gasolina, amén de haber detenido proyectos necesarios que pudieron ser muy productivos, tales como los relativos al almacenamiento de hidrocarburos.
El principal conflicto de esta administración con las leyes establecidas y acuerdos firmados es que el Presidente quiere a toda costa defender el monopolio de Pemex en todos los campos; además desea que la Comisión Federal de Electricidad regrese al monopolio que tenía antes de las reformas a la ley que regula la electricidad y que el Presidente no pudo cambiar, pero al haber logrado que sus iniciativas no se consideraran anticonstitucionales, sí le da el poder para obstaculizar lo que permite la ley actual.
A raíz de esto hay un buen número de empresas extranjeras que sienten que sus intereses están siendo afectados por el gobierno mexicano, cuando éste pretende darle prioridad a Pemex y CFE, limitando así la capacidad de competir de los privados. En virtud de lo anterior, una serie cada vez más importante de legisladores estadunidenses han pedido a su gobierno que presione a las autoridades mexicanas para que nuestro país cumpla cabalmente con los compromisos establecidos al amparo del T-MEC.
Además, tal como se establece en los acuerdos del tratado comercial, piden se organice un panel de controversia en el cual las partes defiendan sus posiciones; estos paneles son justo para eso, para aclarar diferencias y al final deciden quién tiene la razón. Pues bien, el primer mandatario decidió en su conferencia mañanera del miércoles burlarse de la iniciativa de los inversionistas extranjeros, lo cual es muy preocupante.
El Tratado de Libre Comercio y ahora el TMEC se construyeron para incrementar la capacidad exportadora del país y, también de la mano, para incentivar que inversionistas extranjeros establecieran sus empresas en nuestra nación. En estos 28 años, desde el TLC, el objetivo de aumentar las exportaciones me parece que se logró en forma satisfactoria; sin embargo, en elevar la inversión extranjera directa se quedó corto, y el motivo fue que en el TLC no se incluyeron las actividades ligadas a la industria energética y a las telecomunicaciones por temas ideológicos, grave error. Al cancelar el sector energético y de telecomunicaciones, México se perdió la oportunidad de atraer miles de millones de dólares en inversiones nuevas; 28 años después, con su actitud, la 4T está cometiendo el mismo error.
Ojalá y el tema de las controversias se vea con seriedad, y no con la frivolidad con la que se está tratando.