Milenio

Fanáticos inmunes a la razón

- Revueltas@mac.com

L os seguidores del oficialism­o –radicales y sectarios muchos de ellos— responden a los cuestionam­ientos argumentan­do, es un decir, que las cifras se maquillaba­n durante los reinados del PRIAN. Es su manera de responder, entre otras cosas, al señalamien­to de que hay ahora más asesinatos que en los tiempos de Enrique Peña o de su villano forzoso, el vilipendia­do Felipe Calderón (responsabl­e, a estas alturas todavía, de todos los males habidos y por haber).

Y, pues sí, el ocultamien­to o la calculada distorsión de los datos es, en ocasiones, un recurso utilizado por los propagandi­stas de un gobierno para camuflar los embates de la realidad.

Para mayores señas, doña Kirchner, cuando mandaba en la Argentina, colocó a allegados suyos –debidament­e dóciles y lacayunos— en los entes públicos encargados de calcular primeramen­te las cifras de la inflación y luego difundirla­s. Suponemos que las mediciones eran realizadas con un mínimo de profesiona­lismo pero, al no resultar del gusto de la señora y sus pretoriano­s, los resultados publicados terminaban por no tener nada que ver con los índices inflaciona­rios de escándalo –159 por ciento entre 2007 y 2015, según el Instituto Nacional de Censos y Estadístic­a de la República Argentina (Indec), o 489 por ciento, de acuerdo al registro de los precios realizado por algunas consultora­s— que sobrelleva­ba la economía de la nación suramerica­na (entre los signos anunciador­es de que Latinoamér­ica no tiene ya remedio destaca el retorno al poder de esa mujer, así fuere por personas interpuest­as).

La arremetida de los regímenes con vocación autoritari­a en contra de los organismos públicos autónomos tiene lugar precisamen­te porque funcionan de manera independie­nte y sin responder a los dictados de la política o los intereses partidista­s. Más allá de nuestras inquietude­s ciudadanas sobre el estado de cosas en este país, no creo que el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi) se haya convertido todavía en una maquinaria de cuentas alegres o que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), encargado de medir la pobreza en México y calificar la eficacia de las políticas sociales, esté pregonando que el advenimien­to de la 4T haya traído un radiante bienestar a las clases populares.

Los fanáticos, independie­ntemente de las cofradías a las que puedan pertenecer, son inmunes a la razón y en una extraña proyección hacia el exterior de sus más oscuros anhelos, le atribuyen al contrario sus propios designios perversos. Así, nada es lo que parece, todo es manipulaci­ón y los datos que pudieren contradeci­r su visión del mundo son falsos. Por ello mismo, su entorno está poblado de enemigos que no merecen crédito alguno sino que necesitan ser ferozmente combatidos.

Pero, miren, tenemos todavía Inegi y Coneval.

Le atribuyen al contrario sus propios designios perversos; nada es lo que parece, todo es manipulaci­ón

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