Fuerza desde los cimientos
El Triángulo extendido es una de las posturas más utilizadas en el yoga, pero se debe saber cómo armarla para evitar lesionarse al realizarla
Utthita Trikonasana, mejor conocida como el Triángulo extendido, es una postura en la que hay poner especial atención en la alineación, porque aunque es una postura básica, es común armarla de manera incorrecta.
De entrada, el triángulo a nivel geométrico nos remite a una estructura fuerte y estable “capaz de sostener grandes pesos y de aguantar una gran presión gracias al reparto de fuerzas. Y son esas nociones las que queremos transmitir a nuestro cuerpo, buscando el equilibrio y la estabilidad para lograr esa fortaleza construida desde los cimientos”.
Pero no solo eso, como explica el portal
yogaevolutionschool.com, “el triángulo tiene una de sus puntas dirigida hacia arriba, simbolizando lo masculino, el poder, el fuego, elcorazón, laprosperidad, losolar. La base se relaciona con lo femenino, la luna, la figura protectora de la madre, el agua, la gracia ”. Otra vez, equilibrio.
Lo cierto es que ese balance solo se puede lograr con una postura bien alineada, y uno de los errores más comunes al realizarla es que el tronco se va hacia adelante.
“Para hacerla correctamente se deben activar los músculos del core en todo el movimiento descendente, vigilando que los hombros queden alineados con las caderas, es decir que no las sobre pasen por delante ”.
Hablando de los pies, deben estar siempre en contacto con el suelo y alineados; el talón en línea con el arco del otro pie. Las rodillas van un poco flexionadas para evitar dolor. La pelvis se posiciona ligeramente hacia adelante, con los glúteos contraídos, evitando que la columna lumbar y sacrolumbar se lastime. Y recordar relajar los hombros para evitar cervicalgias, es decir dolor localizado en el cuello que puede extenderse a hombros, brazos, cabeza o espalda.
Para realizar Utthita Trikonasana iniciamos de pie y damos un paso largo con la pierna derecha hacia el otro lado, de modo que las piernas queden separadas y la zona interior de los muslos se estire. Rotamos el pie derecho 90 grados mientras que el izquierdo mira hacia el frente.
Desde ahí, estiramos los brazos en cruz, activando su musculatura. Con el pecho abierto, nos inclinamos lateralmente hacia la pierna derecha manteniendo los brazos en cruz, y bajamos tanto como podamos sin forzar: podemos apoyarnos en el muslo, la espinilla o el pie. La cabeza mira siempre hacia al mano que va arriba.