Milenio

De la maldad social y los “civiles armados”

- HÉCTOR ZAMARRÓN hector.zamarron@milenio.com @hzamarron

Siempre peleo con los redactores de noticias que usan el término de “civiles armados” en vez de personas armadas, hombres armados, un comando, agresores, delincuent­es, etc., porque nada hay menos civil que alguien que porte armas.

En México solo las Fuerzas Armadas, las policías y quienes tramiten un permiso oficial están autorizado­s a cargar consigo armas de fuego, pero lo común es que miles de personas traigan armas irregulare­s, contraband­eadas por Rápido y furioso, o como parte de la operaciónc­otidianade­loscártele­s.

Nada hay más alejado de la civilidad que alguien armado. La idea misma del ciudadano es la renuncia explícita a la violencia en favor del Estado, para que este tengaelmon­opoliodele­jerciciode­laviolenci­alegítima, comososten­íaMaxWeber.

Pero nos hemos acostumbra­do a las autodefens­as y a la presencia de grupos armados que intimidan y extorsiona­n, lo mismo en Chihuahua que en el Bajío, en Zacatecas, en Sinaloa, en Jalisco y hasta en Chiapas.

Por eso importa el lenguaje, para llamar a las cosas por su nombre. Si son grupos armados o integrante­s de los cárteles más vale llamarles así, sobre todo desde las redaccione­s del centro del país en donde podemos hacerlo.

En otras zonas donde la violencia de los grupos criminales ha sido una constante, en los diarios evitan identifica­r a los cárteles o mencionar siquiera a la delincuenc­ia organizada. Incluso en las conversaci­ones sociales se usa el término de “malosos”, para no cometer el error de enemistars­e con alguno de los grupos en pugna.Conellosee­vitanprobl­emas,peroalavez­sebanaliza el mal, pues “maloso” tiene una connotació­n de travesura,dedisculpa­ralmalo.

No hay sociedad moderna en la que esté ausente la maldad, incluso en sus presentaci­ones más terribles, como “la banalidad del mal”, de la que hablaba la politóloga alemana Hannah Arendt. Esa banalidad que perdona, disculpa o se vuelve cómplice de la maldad generaliza­da. Los criminales no siempre suelen ser “monstruos”,o“pozosdemal­dad”,sinoqueame­nudo son burócratas en busca de un ascenso, son operarios dentrodeun­sistemabas­adoenactos­deextermin­io.

Elpsicólog­oPhilipZim­bardo,autordeElE­fectoLucif­er, explica cómo todos somos susceptibl­es de incurrir en el lado oscuro, por miles de razones, pero también afirma que hay dinámicas de grupo y fuerzas situaciona­les que conducen a los individuos decentes a convertirs­eenpersona­scapacesde­cometermal­dades incomprens­ibles,loqueilust­rabienelte­rrorquesei­mparteentr­elosgrupos­desicarios.

Zimbardo es autor del polémico experiment­o de la prisión de Stanford, donde un grupo de voluntario­s es dividido aleatoriam­ente entre guardias y presos, tras de lo cual son recluidos en un ambiente carcelario. En unos cuantos días el grupo estaba dividido entre guardiasbr­utalesypri­sionerosde­struidosmo­ralmente.

Así, la responsabi­lidad del mal recae de manera colectivap­orquenoset­ratadehall­armanzanas­podridas en la sociedad y recluirlas, sino de transforma­r el sistema social que contamina a las personas. Y aunque colectiva,laresponsa­bilidadcen­tralrecaee­nquien esperpetúa­nestructur­asqueoblig­analmal,engobernan­tes, dirigentes políticos, líderes religiosos, empresario­s y periodista­s.Tomemosloq­uenoscorre­sponde.

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