Milenio

El BCE “da vuelta a la tortilla” con la compra de bonos

La decisión de subir la tasa de interés es contundent­e y advierte a los mercados que no dudará en frenar la inflación

- MARTÍN SANDBU LONDRES

Aunque no se hayan dado cuenta por la discreta intervenci­ón de Christine Lagarde, el Banco Central Europeo (BCE) la semana pasada se mostró mucho más beligerant­e con los mercados financiero­s y con los responsabl­es de la política fiscal de la eurozona.

Desde hace tiempo, el BCE, que dirige Lagarde, se ve incómodo por ser “la única opción disponible”. Durante mucho tiempo se dejó que el banco central llevara la política monetaria hasta sus límites para sostener la demanda agregada y de encontrar mecanismos jurídicame­nte disponible­s para frenar los ataques especulati­vos a la integridad del euro y mantener la solvencia de sus miembros.

Al decidir la semana pasada subir las tasas de interés más de lo que había señalado en medio punto porcentual e introducir un nuevo programa de compra de bonos por medio de un “Instrument­o de Protección de la Transmisió­n” (TPI, por su sigla en inglés), el banco central de la zona euro le dio vuelta a la tortilla.

La decisión sobre las tasas de interés es contundent­e y tiene la clara intención de ejercer un poco de endurecimi­ento monetario. El mensaje parecía ser que los mercados debían ser consciente­s de que el BCE no dudará en frenar la inflación y prepararse para eso. Pero el TPI es, por mucho, la medida política y de economía política más importante.

El BCE asumió la responsabi­lidad de evitar la divergenci­a de los costos de endeudamie­nto de los países, si considera que esa divergenci­a es “desordenad­a” e “injustific­ada” y que interfiere en su política monetaria. En lenguaje llano, eso significa evitar las ventas de pánico en el mercado de deuda soberana cuando el endurecimi­ento monetario del BCE lleva a los inversioni­stas a preguntars­e qué efecto tendrá el aumento de las tasas en la dinámica de la deuda de un gobierno de la eurozona.

Se puso sobre aviso a esos inversioni­stas. La conferenci­a de prensa de Lagarde sugirió que la ampliación de los diferencia­les que el BCE pretende detener es del tipo que se autocumple, en el que los precios de los bonos se deterioran por la única razón de que los participan­tes del mercado esperan que lo hagan. Puede decirse que el BCE no tolerará una dinámica de mercado que, en lugar de reflejar la realidad económica, cree la suya propia.

Y va a intervenir para evitar esto. El euro siempre ha sido vulnerable a la tendencia de los mercados financiero­s de saltar de un “buen equilibrio” a uno malo cuando cambia la psicología. El TPI es el compromiso del banco central para erradicar los “malos equilibrio­s”.

El banco central también puso sobre aviso al resto del sistema de gobierno de la Unión Europea. Los criterios de idoneidad se basan en gran medida en los mecanismos de gobernanza económica de la Comisión Europea y el Eurogrupo de Ministros de Finanzas. Para respaldar los bonos de un país en el contexto del TPI, el BCE examinará si su gobierno cumple las recomendac­iones políticas de la Comisión y el Eurogrupo. Lo que le dice a los líderes elegidos es que no externalic­en los juicios políticos, y los desafía a ser dueños de las decisiones que determinan si un país debe ser protegido contra los ataques especulati­vos.

Sin decirlo con tantas palabras, el BCE hace un uso tardío de su descuidado mandato secundario. A menudo se olvida o se niega de manera rotunda, pero a condición de estabiliza­r los precios, el BCE está legalmente obligado a apoyar las políticas económicas generales del bloque. Y lo hace recordando al mismo tiempo quién tiene la autoridad para determinar esas políticas. Las autoridade­s tienen la responsabi­lidad de poner en orden sus medidas, pero si lo hacen, el BCE los apoyará y evitará el pánico en los mercados.

La renuncia de Mario Draghi como primer ministro italiano el mismo día en que el BCE anunció su nuevo instrument­o pone en evidencia esta nueva disposició­n de la toma de decisiones. Los criterios del TPI hacen que los bonos italianos sean inmediatam­ente elegibles para el instrument­os del banco si el BCE lo considera oportuno. Pero esto puede durar poco, ya que esos criterios incluyen el cumplimien­to del plan de recuperaci­ón del país financiado por la Unión Europea. Draghi dijo que Italia debe cumplir 55 medidas políticas antes de finales de año para seguir cumpliendo.

Eso pesará sobre quien tome el relevo en Roma en los próximos meses, y sobre quienes en Bruselas tengan que evaluar el cumplimien­to italiano. Precisamen­te,

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WOLFGANG RATTAY/REUTERS Christine Lagarde, encargada de la política monetaria del organismo europeo.

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