Milenio

La que viene (I)

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No hago más que oír que, pasado el verano, esto va a ser terrible. Se van a desencaden­ar una serie de maldicione­s casi bíblicas que no podremos resistir.

Como siempre, prefiero intentar ver una por una las cosas que van a suceder para poder determinar si la vida estará tan mal como algunos dicen. Lo del análisis siempre me ha gustado, porque los horrores, expresados en bloque, me desmoraliz­an.

Es decir, si me dicen que esto se hunde, no sé qué hacer. Si me dicen que va a suceder

esto y esto y esto y, como consecuenc­ia, vendrá el hundimient­o, me parecerá más fácil intentar resolver esto y esto y esto y así, como de pasada, ir solucionan­do lo gordo.

O sea, quiero hablar de lo que va a pasar, de lo que no pasará a pesar de que está en la lista...y de lo que está pasando. Y lo voy a escribir con paz y tranquilid­ad, porque casi estamos en vacaciones y nadie me achucha. Y si necesito dos semanas o tres para escribirlo, ya tengo los títulos: La que viene (II), La que viene (III), y así, hasta que se me acabe la cuerda.

Lo primero que se me ocurre es lo que todos sabemos: que tenemos una inflación importante.

Todos sabíamos que vendría porque el Banco Central Europeo, que tiene por mandato controlar la inflación, la había controlado tanto que aquello no era ni inflación ni nada. Y se puso a fabricar euros como dicen en Aragón, a punta pala, con el objetivo de llegar al 2% de inflación. Y llegó al 2 y llegó

al 10. Ahora ha parado la máquina de fabricar billetes y ha subido los intereses. Esto exige una finura de actuación por parte de la señora Lagarde, para que el frenazo no sea ni demasiado mucho ni demasiado poco. Y sobre todo, que no sea demasiado rápido.

Por si fuera poco, a Putin se le ha ocurrido organizar una buena. Se quedó con Crimea y no pasó nada. Y como debe ser caprichoso, debió pensar que, con un poco más de esfuerzo, se quedaba con toda Ucrania.

Y fue a por toda Ucrania. Y resulta que Ucrania se le resistió. Y la guerra se ha convertido en una cosa seria.

Y aparece otra vez la inflación, porque se produce el bloqueo de puertos donde los cereales y fertilizan­tes que exportan Rusia y Ucrania están almacenado­s. Es posible, además, que haya puertos minados, porque,

puestos a hacer burradas, las hacemos.

Y los cereales y los fertilizan­tes, si no hay, suben de precio. E inmediatam­ente, la que viene. Peligro de hambruna.

Pero hace unos días, el 22 de este mes, de julio de 2022, se firma en Estambul el acuerdo de envío de granos, con el presidente turco Erdogan, el secretario de las Naciones Unidas Guterres y representa­ntes de Ucrania y de Rusia. Y ya no hay peligro de hambruna.

Resumen de esta semana. Una cosa delicada, que hay que manejar con delicadeza. Una cosa buena. La firma de Estambul. (Rusia ya se ha saltado el acuerdo, pero confío en que le harán portarse bien los cofirmador­es).

En conjunto, un importante adelgazami­ento de «la que viene». Seguiremos.

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